El propósito del artículo es analizar y reflexionar a través del pensamiento de Eli Bartra la cuestión del arte y el feminismo. El diálogo y la interpretación del filosofar en Bartra permite inquirir la neutralidad e ideología en el arte: éste no niega, sino que asume lo que condicionan las acciones y actividades. El texto se suma a la conversación respecto a la dimensión política del feminismo, en ese sentido se señala que los grupos dominantes: no quieren asumir que sus acciones carecen de neutralidad, pues lo que buscan es perpetuar su dominio. Así pues, uno de los objetivos del patriarcado es mantener la subordinación de las mujeres, por lo cual le es necesario valorarlas en tanto objetos, y así, impedir que manifiesten su libertad. Sin embargo, Eli Bartra con su filosofar muestra que las mujeres son creativas e independientes, por lo cual el cuidado de la familia no es su destino, sino sólo la función que le ha impuesto el patriarcado.
The purpose of the article is to analyze and reflect through the thought of Eli Bartra on the question of art and feminism. The dialogue and the interpretation of Eli’s philosophizing allows us to inquire about neutrality and ideology in art, however, they are not denied, but rather it is assumed that they condition actions and activities. In addition, the text adds to the conversation regarding the political dimension of feminism, in this sense it is pointed out that the dominant groups: do not want to assume that their actions lack neutrality, because what they seek is to perpetuate their dominance. Thus, one of the objectives of patriarchy is to maintain the subordination of women, for which it is necessary to value them as objects, and thus prevent them from expressing their freedom. However, Eli Bartra with his philosophizing shows that women are creative and independent, for which the care of the family is not their destiny, but only the function that the patriarchy has imposed on them.
- ideología;
- feminismo;
- mujeres;
- arte;
- creación.
- ideology;
- feminism;
- women;
- art;
- creation.
“Quiero, sin embargo, a partir del arte, explicar algunos mecanismos de la ideología”
Eli Bartra. Frida Kahlo. Mujer, ideología y arte. Icaria
Para Paula
Introducción
Eli Bartra es una filósofa mexicana, su pensamiento se ha centrado en el arte popular desde un enfoque feminista, su propuesta no sólo es estética, sino también política, por lo que otorga sugerencias para pensar de manera distinta lo canónico, por lo que le resulta viable dar cuenta de las diferencias y los contextos que no son expresados, dándole prioridad a la neutralidad y lo abstracto.
Luis Ignacio Sáinz considera que Bartra tiene la capacidad de asombrarse (Sainz, 2013), y que éste se trata de un asombro activo, ya que no se queda inmóvil, es vivaz y se hace escuchar, rompiendo con las costumbres que colocan a la mujer en una esencia pasiva. Sáinz también sitúa el pensamiento de Bartra entre lo estético y lo político: “conocer la identidad de los constructores de ilusiones y símbolos, su nombre y apellidos, encarna un acto de elemental justicia” (2013: 321). Hay congruencia en el filosofar de Bartra, puesto que las mujeres no son vistas por ella en tanto instrumentos y objetos de estudio, por el contrario, insiste en que se les mire y escuche desde sí mismas.
Las mujeres son sujetos que crean, aunque desde una visión del mundo condicionada por los acontecimientos históricos y sociales que las desplaza y somete al acatamiento de imposiciones de un deber ser. Bartra muestra que las mujeres no son algo, sino alguien con nombre e historias específicas, en ese sentido Francesca Gargallo dice a propósito del trabajo de Eli: “el arte sin nombre, porque en ocasiones se piensa como anónimo, ha sido el objeto de la específica observación de Eli Bartra, que lo ha reivindicado por su carácter no elitista y por su constante, histórica, presencia de mujeres” (2018:257).
El artículo concuerda con Sáinz en torno a la dimensión estética y política del filosofar de Bartra y también con el señalamiento de Gargallo en cuanto a la reivindicación del arte anónimo y popular que hace nuestra autora. Su pensamiento es rebelde en tanto que no se da por satisfecho con lo que es, sino que lo cuestiona, para después pensar al ser desde la diferencia.
El primer apartado del texto trata respecto a las visiones del mundo que influyen en las actividades y creaciones, el segundo apartado versa en torno a la capacidad de las mujeres para crear mundo a partir de su contexto, mientras que el tercer apartado se ciñe al señalamiento de Bartra en cuanto a nombrar y saber quiénes son las creadoras, comprenderlas y dialogar con ellas en tanto sujetos con necesidades y anhelos; el cuarto apartado aborda las repercusiones del arte en lo sociopolítico, en el sentido de que las artistas a través de su trabajo critican e impugnan el estado de cosas; la conclusión retoma el cuestionamiento de la ideología por parte de Bartra, en el cual es crucial que el realismo no diga como debe ser el mundo, pues la realidad se manifiesta de distintas maneras.
El pensamiento no es una cualidad del hombre en abstracto, sino de hombres y mujeres inmersos en un contexto histórico y social. En este sentido, Bartra piensa desde un enfoque feminista, no porque le haya sido revelado o por cuestiones del destino, sino porque ve y experimenta que ser mujer es padecer la subordinación desde el nacimiento, y así, en apariencia no hay oportunidad de decidir. Sin embargo, no todo está dicho de una vez y para siempre, ya que la creatividad y rebeldía hacen posible un mundo con relaciones sociopolíticas justas y equitativas. Por otro lado, el pensamiento no determina los acontecimientos, aunque sí puede generar estrategias para transformarlos e impugnarlos.
La creación y el arte a partir de las visiones del mundo
El contexto e imaginario colectivo de la sociedad y la época van a repercutir en lo que se hace, a partir de ahí es importante preguntar ¿por qué se niega que las actividades están influenciadas por lo que sucede fuera de ellas? Eli Bartra asume que las actividades están condicionadas por las visiones del mundo y las relaciones sociopolíticas. Asimismo, Bartra aborda el asunto del arte popular creado por las mujeres para hacer constar que no se crea desde y para la nada, por el contrario, la creación comunica el dónde, el cómo y el para qué surge.
El capitalismo y el patriarcado insisten en que no hay visión del mundo e ideología detrás de sus actividades, éstas son neutrales y están exentas de pasiones e intereses; por eso es relevante la postura de Bartra, la cual la lleva a suscribir que la neutralidad no es posible, por más que se trate de la ciencia o el arte: “la ideología no tiene la forma de un discurso estructurado como sí lo tiene la ciencia […] Lo ideológico permea las diversas creaciones del ser humano […] El arte no es una ideología aunque contiene elementos ideológicos” (Bartra,1994a: 30-46).
El pensamiento de Bartra es desafiante, porque no renuncia a pensar lo ideológico en un contexto donde impera el discurso de la superación de las ideologías y sobre todo porque acude al arte para mostrar que las mujeres hacen algo más que parir y cocinar; en otras palabras, ellas no valen por su utilidad en el espacio doméstico, sino por las actividades y creaciones que son capaces de realizar, aunque la historia dominante no cese de presentarlas en estado pasivo:
Es necesario partir de lo que somos y no de lo que queremos ser. Queremos ser reconocidas, queremos ser, y de ahí el empeño en pretender demostrar la existencia de una creación artística femenina en términos de igualdad con la masculina, pero los espejismos de nada sirven […] La colera es una de las formas de manifestar el descontento, la insatisfacción ante un mundo injusto. Es fácil imaginar que si el mundo fuera más justo las mujeres se expresarían con más calma y serían mejores porque el mundo sería mejor, no por la calma o la sensatez en sí. (Bartra, 1994a: 52-60)
La visión del mundo implica una voluntad y un deseo especifico, sin embargo, cuando la especificidad no sólo se quiere generalizar, sino convertirse en parte fundamental de las relaciones sociopolíticas, se hace necesario mostrar que la generalidad no es más que una particularidad con pretensiones de soberanía, o sea, el poder vira hacia su cariz dominante y totalizador.
El capitalismo y el patriarcado son una particularidad soberana, quieren y desean una forma de relación sociopolítica. La ideología es imprescindible para la dominación, aunque los grupos dominantes no dejan de insistir en la neutralidad de las acciones y creaciones, pues no quieren cuestionamientos que resquebrajen su relación sociopolítica.i
Las diferencias en cuanto a formas de vida y contexto histórico propician que ante actividades similares se obtengan resultados distintos, por ejemplo, la violencia que una artista europea exprese en alguno de sus cuadros será distinta a la que muestre una artista en América Latina, puesto que el desdoble de la historia sociopolítica en uno y otro contexto traen consigo distintos tipos de violencia ejercida hacia las mujeres.
El arte no sólo surge en la armonía, también emerge desde el dolor y lo monstruoso. Ahora bien, las creaciones artísticas son únicas y singulares, puesto que los y las artistas se apropian de los objetos y las cosas para otorgarles su impronta, en este sentido, lo idéntico forma parte de la producción en serie, pero no de la creatividad. Para Bartra el arte popular se conforma con objetos y cosas depreciadas económicamente, por ello sus creaciones emergen desde la pobreza, aunque posteriormente adquieran un valor estratosférico en el mercado:
El arte popular es, pues, en mi opinión, arte pobre y es, además, el arte de los pobres. Sus productores son pobres y, a menudo, los materiales son también pobres, baratos. Y como son pobres también son poco o nada escolarizados y como no saben se les ha llamado primitivos y así también se ha considerado al arte que producen. (Bartra,1994b:15)
El arte popular es subestimado, no sólo porque usa materiales de bajo costo, sino porque es realizado prioritariamente por mujeres, mismas que están subordinadas por su condición económica, racial y de género a la soberanía capitalista y patriarcal. Sin embargo, la creación artística de las mujeres es una forma de resistir ante las valorizaciones jerárquicas, propias de un pensamiento dicotómico que no está conformado para captar y comprender las diferencias.
Las creaciones artísticas que parten de visiones del mundo diferentes a la dominante pueden, en la mayoría de los casos ser catalogadas y apreciadas en cuanto primitivas. Es decir, se encuentran en aras de refinarse, pero todavía no pueden considerarse como manifestación excelsa del espíritu, por eso se les considera grotescas; además, si las mujeres pintan o hacen una escultura, se insiste en que están imitando a otros, y así, se les anula su capacidad de crear. Para la soberanía capitalista y patriarcal, es necesario que las mujeres no se asuman en cuanto sujetos, porque de hacerlo van a cuestionar la dominación patriarcal de la que son objeto, por ello no es casual que lo que ellas hacen sea considerado dependiente de la mirada e imaginación masculina. No obstante, el feminismo no deja de criticar la visión sexista que impera en la valorización de las actividades.
Bartra acude a las voces y creaciones artísticas de las mujeres para indicar que el ser se dice y realiza de muchas maneras, y además está inmerso en un contexto histórico. Asimismo, en las actividades y las obras se muestran al ser en plenitud, incluso en trabajos mecanizados en donde pareciera que las emociones no se satisfacen el ser se hace presente. Las historias de las mujeres han ido a contramano, incluso de sujetos sociopolíticamente subalternos como los obreros:
Si se piensa que las mujeres vivimos socialmente en espacios y en tiempos a menudo distintos, si nuestra condición en el mundo es de subalternidad, si nuestro cuerpo y nuestro trabajo son distintos también, si nuestra mirada es diferente, debe haber un imaginario colectivo femenino que aún no conocemos cabalmente. (Bartra, 1994b: 50)
Las creaciones artísticas de las mujeres parten de la violencia y el dolor, pero ello no cancela su capacidad para transmitir goce y alegría. Además, hacer actividades más allá de lo doméstico es liberador, lo cual propicia la alegría del ser, porque puede expresarse desde sí mismo, sin necesidad de que alguien hable por él, mejor dicho, por ellas. Las mujeres son diferentes, de ahí que la igualdad moderna y liberal sea insuficiente, puesto que no deja de reproducir la dependencia y el tutelaje respecto al patriarcado.ii
A pesar de que las mujeres son creadoras y no sólo reproductoras de la vida, sus visiones del mundo son soterradas por la visión dominante que insiste en la neutralidad y objetivismo. Las mujeres transgreden con sus actos y creaciones lo que se espera de ellas en cuanto género: con sus cuerpos, expresiones y resistencias muestran que el mundo es de hecho diferente, y que la homogenización camuflada de igualdad funciona en favor de la dominación. La manifestación de las mujeres tiene la capacidad de crear e impugnar el estado de cosas; asimismo, es primordial que ellas hablen por sí mismas y desde sí mismas, que nadie les dé la palabra y tampoco les indique cómo vivir:
La década de los setenta es, pues, la época del despertar, de la toma de conciencia, de la búsqueda, a veces a tientas, y el periodo de más efervescencia, sin lugar a duda. Las acciones, sin embargo, se limitaron en gran medida a la expresión, al grito. Romper el silencio era la consigna […] No se ha podido determinar si existe una forma propiamente femenina de ejercer el poder […] Hay unas más poderosas que otras. (Bartra, 2002: 66-69)
Las mujeres creando el mundo
La posición subalterna de las mujeres no implica sumisión y acatamiento de lo que ocurre, puesto que ellas resisten ante lo que no las satisface y las infravalora. Las actividades y las creaciones parten de una visión del mundo, ésta depende de la posición de los sujetos en el tiempo-espacio. En este sentido, la creación artística de las mujeres va a expresar lo que ellas viven: displacer, desigualdad, injusticia. No obstante, los grupos dominantes quisieran que la insatisfacción no se manifestara, para dar la apariencia de que todos y todas están de acuerdo con las situaciones sociopolíticas, empero, en sociedades que privilegian a unos es imposible que el acuerdo sea genuino, de esta manera, se dan las protestas y el arte es un medio para llevarlas a cabo:
Las mujeres, a pesar de su papel social subalterno, han entrado en el mundo de la producción artística (y en el de la producción en general) pero por la puerta trasera […] El arte apolítico no existe. En general se trata de presentar como arte apolítico al más cargado de ideología […] El arte feminista es una creación con un contenido político distinto a otros y que se enfrenta, por ello, con los valores de la ideología dominante. (Bartra, 1994a: 49-57)
Las creaciones de las mujeres en general y las artísticas en particular son despreciadas. Así pues, cuando no se les tilda de imitativas, se considera que son demasiado subjetivas e incapaces de comunicar el mundo tal como es. Las mujeres en cuanto creadoras se convierten en peligrosas para el ejercicio de la dominación, por eso su actividad es invisibilizada y minusvalorada, lo que hacen no tiene la promoción que se le da a las obras propiciadas por los hombres; empero, ellas no dejan de crear y buscan la manera de expresar el mundo, lo que son y lo que quieren llegar a ser. Por otro lado, es fácil censurar una exposición, sin embargo, los grupos dominantes todavía no producen mecanismos para obligar a que se deje de pensar e imaginar.iii
Eli Bartra retoma la vida y obra de Frida Kahlo quien, en su opinión, expresó su arte para vivir, sus pinturas fueron una manera de estar aquí a pesar de que las circunstancias no eran favorables; asimismo, las mujeres dedicadas al arte popular se valen de él para vivir, no sólo porque se realizan más allá de lo doméstico, sino porque a través de su trabajo pueden mejorar sus condiciones económicas. Las creadoras de arte popular empiezan por sí mismas a cuestionar y erradicar la injusticia de la que son objeto, por medio de sus obras se liberan intelectual y económicamente.
Formalmente, en el arte, hay una gran tendencia a asumir que lo popular es lo mal hecho, el no dominio de la técnica, lo <<primitivo>>, lo naïf por <<naturaleza>> […] Sería deseable que tanto el discurso científico como el arte no siguieran legitimando y reproduciendo la realidad que se dice querer transformar. De ahí que la función del arte puede ser la de contribuir a perpetuar o la de ayudar a la transformación de un orden social injusto. (Bartra, 1994a: 80-96)
El arte popular no forma parte de la Historia de la estética, lo cual no quiere decir que carezca de creatividad e ingenio. Es decir, la exclusión del arte popular respecto a la Historia de la estética se debe al hecho de que los subalternos no pueden ocupar roles protagónicos en las narrativas que construyen el imaginario colectivo que requieren los grupos dominantes para que el orden de las cosas no sea puesto en cuestión.
El arte popular se realiza prioritariamente en países subdesarrollados en términos económicos y tecnológicos. Los estudios de Bartra sobre el arte popular en su mayoría son realizados en México, aquí la ideología dominante usa lo popular de manera abstracta, pues lo sitúa en lo nacional, pero sin dar cuenta de la especificidad, o sea, no le da importancia a los nombres y las historias:
Se necesita construir un panorama del arte popular mexicano contemplando la diferencia genérica. Hay que enterrar la noción de neutralidad en el arte de una vez y para siempre. El arte popular no lo hace el pueblo, lo hacen personas concretas, de lugares específicos, con características culturales y de género bien definidas. (Bartra, 2005: 10)
Las totalizaciones sostienen las soberanías, por ejemplo, la noción de pueblo homogeniza y hace que las diferencias no sean tomadas en cuenta. Así pues, es necesario superar la totalización y la visión romántica que sugiere una comunión de hecho inexistente.
Las mujeres existen en la subalternidad, de ahí que cuando se les observa y expone son valoradas a partir de los criterios patriarcales, aunque sus actividades sean excelsas, no se les aprecia en su especificidad, sino en comparación con lo que los varones han realizado. Además, para la soberanía del patriarcado es importante esparcir la creencia de que las manos de las mujeres no pueden crear, sino únicamente cuidar de la casa. En este sentido, si las manos de las mujeres no pueden crear, las de aquellas que se encuentran en situación social de pobreza, menos. Sin embargo, la realidad desmiente la creencia, pues las manos de las mujeres crean pinturas, esculturas, figuras:
Parece mentira que del fondo de esas existencias miserables de las mujeres de Ocumicho, de un trabajo que no es para vivir sino para sobrevivir, en los ratos arañados a la echada de tortillas mañana y tarde, rodeadas por los mil niños que han salido de sus entrañas, surja ese arte tan dinámico, tan colorido, tan gracioso y tan erótico y que de esas casitas oscuras como cuevas salgan, jocosos, centenares de diablitos multicolores, destinados a alegrar la vida de otras personas que se encuentran tan lejos de ese mundo. (Bartra,1994b: 93)
El momento creativo propicia ir más allá de lo orgánico y hace posible otorgarles significados a las sensaciones en tanto que rebasa lo que se experimenta, tampoco le conforma la conservación del mundo, aunque no lo ignora ni destruye, sino que lo reinventa. Además, la creatividad también coadyuva a criticar e impugnar las relaciones sociopolíticas, de ahí que los grupos dominantes estarían congraciados si pudieran erradicar la creatividad y el pensamiento, sobre todo el de las mujeres, por eso lo censuran y hacen una tabla de valores para justificar su exclusión.
Por ello, la creatividad surge y se manifiesta en lo cotidiano y extraordinario de la vida, puesto que lo que se percibe y experimenta afecta el cuerpo y la mente al unísono. Por otro lado, las relaciones sociales dominantes buscan por todos los medios obediencia, así las escuelas y los policías son símbolos que recuerdan el imperativo del deber ser; en otras palabras, se aprende la lección cuando se cita de memoria, se respeta la convivencia en sociedad cuando a pesar de los agravios no se causan disturbios, sino que se acude a las instituciones para solucionar los problemas sociales. No obstante, la creatividad altera el orden de las cosas y más cuando la realizan las que se considera están destinadas a cuidar de la sociedad a través de la familia, en este sentido, a las mujeres se les pueden otorgar atributos celestiales, pero se les niega su capacidad creadora, ya sea en el ámbito artístico, económico, político:
Los diablitos de Ocumicho andan ya por los cuatro rincones del mundo esparciendo su buen humor, mientras sus autoras no salen de la miseria y el polvo de su pequeño pueblo purépecha […] El arte popular es considerado inferior, pero al mismo tiempo, cuando conviene, se le sublima. Como a las mujeres. Cenicientas todo el año, “reinas” de la casa por un día, el día de la madre, por supuesto. (Bartra, 1994b: 103-105)
La pasividad y los atributos transmundanos colaboran para afianzar la creencia de que las mujeres sólo sirven para complacer a los demás. En este sentido, las mujeres son consideradas seres de segundo rango, son en la dependencia, lo que dicen y hacen es a través del mimetismo. Por otro lado, la creatividad pone en movimiento al ser, lo hace descubrir y reinventarse, de ahí que para los grupos dominantes es imperioso impedir que desde la diferencia los sujetos se asuman n en tanto creadores de mundo, por ello no es casual que se les diga: primero hay que aprender lecciones y obedecer las leyes de la ciudad, posteriormente ya podrán estar en condiciones de tutelar el mundo. Sin embargo, es importante romper con esas prácticas de dominio y prescindir de las tutelas.
Las mujeres crean el mundo desde la diferencia, sus historias y sus cuerpos condicionan sus actividades. En este sentido, el feminismo en cuanto práctica y pensamiento político apuesta por convivir en la diferencia, o sea, por relaciones sociales equitativas y sin jerarquías; es oportuno no dejar de recordar que la soberanía de unos sobre los demás sólo propicia injusticia, ésta tiene que ser superada, porque sólo ocasiona menoscabo ético y político.
Hay un común denominador de opresión por género. Por supuesto que luego las diferencias entre ser negra, india o blanca, pobre o rica, añadirían opresiones y discriminaciones, pero no por ello se puede negar la opresión común, la condición de subalternidad social compartida […] Resulta importante para el feminismo reconocer las líneas generales del sistema de dominación hombre/mujer y, a partir de ahí, profundizar en las diferencias específicas por el color de la piel, por la preferencia sexual, por la clase social, por la etnia, por la lengua, por la nación. (Bartra, 2002: 74-76)
El patriarcado impide lo común, hace que las mujeres compitan y se comparen, las fragmenta para que no se comuniquen y lo colectivo no sea su objetivo, porque le es más fácil destruir lo que carece de alianza. En este sentido, el desafío para las mujeres estriba en no desistir respecto a la creación de lo común, o sea, pugnar por relaciones sociales equitativas. La resistencia al patriarcado es simbólica y material, es decir, es necesario cuestionarlo mediante las ideas y las prácticas, deshacerse de su lógica y de sus repercusiones sociopolíticas.iv
Las creadoras tienen nombre e historia
Conocer el nombre y la historia de las mujeres que crean el mundo tiene implicaciones sociopolíticas que trastocan el orden de las cosas, puesto que el patriarcado ha mantenido relegadas a las mujeres, suele hablarse de ellas por su pertenencia a alguien, ya sea el padre, el hermano, el esposo; pero nunca se escucha a las mujeres por sí mismas, por tanto, saber sus nombres e historias es comenzar a construir relaciones sociopolíticas equitativas.
Es primordial enterarse del nombre y la historia de las mujeres, conocerlo por medio del arte popular es una manera, pero también se puede saber a través del pensamiento y lo cotidiano, lo importante es que ellas sean escuchadas y que sus vidas dejen de realizarse tras bambalinas o en lo doméstico.
Al mirar un retablo en una iglesia, una fridita en Oaxaca, la obra se quiere comprender por sí misma, puesto que la educación artística, por decirlo así, ha indicado que lo importante es la obra y no quién la hace. No obstante, eso es comprender de manera parcial, evidentemente es cardinal la obra, pero saber quién la realizó permitiría entenderla a partir de su circunstancia, ya que la obra que alegra y sorprende puede que sea hecha por una mujer, la cual por las mañanas hace limpieza en el hogar o se preocupa por su situación económica:
El anonimato puede representar una tarea colectiva, o no. Muchas veces detrás de ése se esconde el trabajo creativo femenino y, por vivir en una sociedad patriarcal, a menudo simplemente se asume que se trata de trabajo masculino. Por esto conviene considerar importante que se sepa, que todo el mundo pueda saber, lo que hace cada uno. (Bartra, 2005:41)
En aras de superar el patriarcado es importante pensar las diferencias, también es fundamental considerarlas en su contexto; al principio se indicó que la obra de una mujer europea puede expresar dolor, pero no será el mismo que el de una mujer latinoamericana, ésta es pobre y probablemente sin escolaridad, su negación y exclusión de la sociedad se debe a otros factores.v
El arte popular hace una transgresión respecto al ocio, puesto que no se lleva a cabo porque el tiempo no apremia, al contrario, las artistas populares distribuyen su tiempo en distintas actividades, pero eso no es impedimento para que sus obras sean sobresalientes:
Doña Isabel Castillo. Una mujer de voz un tanto imponente, habla recio con todo y sus 73 años a cuestas […] Para ella, ser artesana, no es tener una profesión sino probablemente sólo un oficio […] Isabel Castillo ganó un primer premio de la XXXIV edición del Concurso Nacional Gran Premio de Arte Popular y Sexto Concurso Nacional de Obras Maestras “Leyendas Vivientes” 2009. Ella es sin duda una “Leyenda Viviente” y, con su arte, se expresa con una poderosa voz propia. (Bartra, 2013: 41-42-47)
Isabel Castillo hace el Árbol de la vida, con esa obra lo que se expresa es el comienzo del ser, sus decisiones y expectativas. En este sentido, el arte popular comunica alegría y posibilidades de un mejor porvenir, ya que las mujeres y los hombres no pueden soportar vivir únicamente a partir del dolor y la violencia, lo cual no significa negarla e instaurar un optimismo ingenuo, mismo que posibilita la renuncia por la transformación del estado de cosas, eso es útil para los grupos dominantes, pero perjudicial para las liberaciones de los subalternos.
Eli Bartra también se esmera por registrar el arte popular que se da en otros contextos históricos y geográficos, por lo cual muestra el arte popular brasileño desde el género y la negritud, va a decir el nombre y la historia de sus creadoras, pues es importante la visibilización para impugnar el estado de cosas, además la idea de lo popular en abstracto también afecta en Brasil en donde lo nacional oculta los intereses de los grupos dominantes, preponderantemente patriarcales:
Lena vive de ese trabajo, pero no tiene casa propia, ni beneficios sociales regularizados […] Las muñecas crean una imagen positiva de las mujeres y de lo negro. Se trata de que por medio de expresiones lúdicas y creativas contribuyan al reconocimiento de la identidad afrobrasileña. Se dice que tienen la función de estimular la reflexión sobre las diferencias raciales, sociales y culturales y despertar la memoria afectiva en cada una de las personas. Son eminentemente ecologistas, feministas y antirracistas. (Bartra, 2013: 180-181)
La creación artística posibilita la crítica respecto al estado de cosas, aunque también tiene que permitir mejores condiciones de vida, ya que Lena no puede vivir sólo de reconocimientos y halagos, se quiera o no, se vive en sociedades en donde para obtener casa y alimentos se requiere dinero. Así pues, es medular que las artistas tengan acceso a servicios médicos y también a una vivienda, que sus creaciones dejen de realizarse desde la zozobra, además los elogios a la pobreza son abyectos, lo idóneo es erradicarla.
La dominación y sus mecanismos de ideologización no van a nombrar a las subalternas, de ahí que lo hecho por Bartra es encomiable, puesto que no ve a las mujeres y su arte popular en tanto meros objetos de estudio, sino como las creadoras que son. Por otro lado, no es casual que Lena a pesar de hacer muñecas y tener una independencia económica, carezca de casa propia y derechos sociales, ya que el trabajo en cuanto medio para progresar no es más que un mito, cuya función es mantener intacto el sistema social y económico basado en la explotación.
El sistema patriarcal considera a los cuerpos de las mujeres en tanto objetos de placer, no sólo por lo sexual, sino porque pueden realizar trabajos sin remuneración, lo cual significa ganancias sin pérdida e inversión. Empero, las artistas desafían al patriarcado haciendo de sus cuerpos un medio de comunicación creativa, de esa manera hacen énfasis en la posesión de identidades concretas, aunque la abstracción propia del pensamiento jerárquico y dicotómico insista en omitirlas.
Pintar el cuerpo, comunicarlo estética y eróticamente es una actividad de larga data, aunque la creatividad es contextual. Es decir, cómo se expresó el erotismo del cuerpo hace cien años es distinto a la manera bajo la cual se hace ahora, ya sea porque los instrumentos y las técnicas han variado o porque las condiciones históricas y políticas propician otras percepciones del cuerpo. La creación es libertad y no es exclusiva de los grupos dominantes: “las mujeres cuando crean quieren ser libres, echan a volar su imaginación y en ella seguramente no quieren dueños, por eso se hallan ausentes los sujetos que las controlan en la vida diaria” (Bartra, 2017: 53).
Las mujeres no nacieron para cuidar de la sociedad a través de lo doméstico y familiar, pero la ideología dominante y sus abstracciones han contribuido mediante la educación, para que las mujeres se asuman en tanto soporte de la nación y el pueblo, por lo que le dan prioridad al bien mayor a costa de realizar sus vidas. Sin embargo, Isabel y Lena, dan constancia de que formar parte del pueblo no las beneficia y la nación no las interpela, por lo que para vivir tienen que luchar, y así, conseguir lo que el sistema patriarcal les niega, o sea, una vida digna y autónoma.
Ellas, creadoras y transformadoras del mundo
El arte repercute en las condiciones históricas y sociales. En este sentido, el arte popular permite a las creadoras tener ingresos económicos, los cuales ayudan a que sus vidas dejen de depender de los designios patriarcales. Por otro lado, el trabajo no sólo aliena al ser, también lo libera y dignifica. La libertad se ejerce y es ahí en donde adquiere distintos significados. Es decir, la libertad no sólo es la que pregonan los liberales y modernos.
Las artistas trabajan a través de sus creaciones, su trabajo les da de comer y también les permite sentirse contentas, puesto que dotan a su vida de un proyecto. Además, las creaciones y actividades son liberadoras, en ellas se constata la inteligencia, emociones y aspiraciones de las artistas. Por ejemplo, en el hacer de Lena e Isabel se denota la influencia de las condiciones históricas y políticas, su obra expresa, a su manera, la situación en la que se encuentran ellas en tanto creadoras:
El movimiento negro en ese momento tenía mucha fuerza y condicionó el descubrimiento personal de Lena en tanto mujer negra. Sin embargo, no se formalizó la asociación sino hasta 1994. Lena pasó un año sola haciendo muñecas, perfeccionando la técnica -porque las primeras muñecas eran un montón de trapos sin gran valor estético- antes de juntarse con algunas mujeres conocidas que vieron su trabajo y quedaron encantadas. (Bartra, 2013: 174)
Cuando las mujeres se juntan es posible la ruptura con las formas socialmente aceptables en cuanto a la asociación. Por otro lado, el trabajo individualizado es presa fácil del mercado, basta recordar la situación de los tianguis en las urbes y los pueblos: se ve a las mujeres y los hombres ofreciendo lo que han creado, pero el comprador y la compradora creen que les hacen un favor y ofrecen el precio que mejor les conviene en tanto consumidores. En este sentido, una cooperativa permitiría pagos justos, eso sería contestatario para el capitalismo, ya que él persiste por la desigualdad y no pretende la justicia.vi
La igualdad que homogeniza criterios y opiniones sólo es conveniente para los grupos dominantes, ellos inculcarán por todos los medios que su igualdad basta para vivir. Así pues, a las alternativas las hacen ver obsoletas, declarándolas imposibles, contrarrestándolas y propiciando la opinión de que es infructuoso pensar y experimentar otros proyectos civilizatorios. Empero, la alteridad no se da por satisfecha con lo que se dice, porque lo escuchado y leído: igualdad y democracia, no se experimenta en la realidad histórica, ésta por más que se quiera ocultar, no sólo es opulenta también es desigual:
Hay un taller en el que cada participante elabora un bebé Abayomi. Colocan en el suelo los retazos en mándala (círculo) y cada cual va expresando su deseo de construir un mundo más justo al tiempo que elabora una muñequita de trapo, en general muy burdamente. Por medio de juegos, cantos e intercambiando ideas y sentimientos cada participante hace una muñeca negra. Unas 25 personas es el número ideal para este taller. Se trata de un trabajo de reflexión y concientización para elevar la autoestima y sensibilizarse sobre las injusticias del mundo. (Bartra, 2013:176)
La desigualdad e injusticia social son necesarias para la dominación, puesto que sólo construyendo y considerando a la otra y el otro en cuanto inferiores pueden ser dominados. La conciencia humanista de los grupos dominantes es cínica, creen que protegen a sus dominados, integrándolos a la sociedad, educándolos y dándoles la oportunidad de civilizarse. Sin embargo, cuando los dominados, en este caso las mujeres, se asumen en tanto creadoras y libres, los grupos dominados, en este caso las mujeres, se asumen en tanto creadoras y libres, los grupos dominantes ven en peligro su soberanía, por eso restringen lo político a lo institucional, para que nadie diga que este mundo es desigual e injusto. El pensamiento, la creatividad y la imaginación no son propiedad de alguien, por más que las prácticas de propiedad privada típicas del capitalismo quisieran que así fuera.
Conclusión
El filosofar de Eli Bartra permite retomar la ideología, no para perpetuarla, sino para entender su funcionamiento e impugnarlo. Eli Bartra no sólo muestra que la dominación sería imposible sin la ideología, o sea, no se da por satisfecha con objetar lo que ocurre, sino que acude a seres afectados por la dominación para dialogar a partir de su situación. Así pues, dedica sus estudios al arte popular realizado por mujeres y ahí comprende que la imaginación no sólo crea cosas, sino también vislumbra otros contextos para realizar la vida.
El ser no sólo es, sino que es desde la diferencia, por ello Bartra sugiere desde su filosofar un pensamiento que se exprese más allá de lo tautológico y que no sólo se capte lo diferente, sino que se le escuche, comprenda y discrepe de él, ya que, si no es conveniente perpetuar la ideología, tampoco es oportuno hacer apología de la diferencia, ya que no todo vale. Además, en nombre de la diferencia se pueden destruir contextos sociales e históricos. Así pues, la permisibilidad no es la opción, si lo que se quiere son relaciones sociopolíticas que den cuenta de las realidades históricas.
La importancia del pensamiento y la postura política feminista reside en que suscita que las mujeres impugnen la objetualidad en la que han sido instauradas y valoradas. Empero, no se trata de construir un mundo que prescinda de los hombres, sino del patriarcado. Es decir, la pugna no es contra las personas, sino contra una estructura civilizatoria, por eso no es fácil, además es imposible que el patriarcado se desintegre por decreto. No obstante, sí se pueden hacer prácticas sociopolíticas que, desde lo cotidiano, no sólo se opongan al patriarcado, sino que muestren que otro mundo es posible.
El patriarcado quisiera que las mujeres no crearan y que se mantuvieran a la espera de los mandatos para expresarse. Así pues, lo que es incómodo para la dominación es la rebeldía, puesto que el malestar pasivo y que sólo se queda en malhumor no pone en peligro la soberanía. Empero, si desde el malestar se crea y el dolor se convierte en propuesta respecto a otra manera de ver y vivir el mundo, la ideología dominante tratará de hacerla añicos u ocultarla, amparada en la idea de que aquello de lo que no se puede dar cuenta no existe, y no es que siempre partan de las evidencias, ojalá fuera así, pues hace tiempo que la desigualdad social y económica habría sido superada, si efectivamente lo importante fueran las evidencias.
El filosofar de Bartra es rebelde, pues le dice a los grupos dominantes y su ideología que a pesar de sus mecanismos y violencias no han logrado destruir a las subalternas. Además, si el mundo puede cambiar y superar las relaciones sociopolíticas violentas, será a partir de las luchas subalternas y el pensamiento feminista, en ese sentido, se puede observar que la lucha y crítica empieza a fracturar el patriarcado; en otras palabras, a través de la resistencia feminista las mujeres están consiguiendo mejores condiciones de vida.
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El capitalismo y el patriarcado incorporan al feminismo en sus relaciones, le quitan el poder contestatario y transgresor, lo colonizan y neutralizan a través de sus ideas. Julieta Paredes en su artículo: “El feminismocomunitario: la creación de un pensamiento propio”, comenta que el feminismo de la última década del siglo XX fue cooptado por el neoliberalismo para dar paso a la tecnocracia del género, sin embargo, el feminismo comunitario se resiste a la incorporación, ya que busca construir un mundo con relaciones no capitalistas y tampoco patriarcales. Por otro lado, el pensamiento de Paredes y Bartra se cruza en el afán que ambas pensadoras del feminismo tienen porque se destruyan las estructuras patriarcales. (Paredes, 2017: 1-2).
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La igualdad entre individuos es el punto de partida para pensar en relaciones sociopolíticas que coadyuven a conseguir la integridad y dignidad, no sólo de los individuos, sino también de los colectivos. No obstante, es relevante considerar lo que señala Ana Luisa Guerrero en su artículo intitulado: “Reflexiones ético-políticas sobre los derechos colectivos de los pueblos indígenas”, el proyecto moderno de democracia e igualdad ha minado la dignidad de los individuos y los pueblos, por eso es que se considera que la igualdad moderna y liberal es insuficiente. (Guerrero, 2018: 231).
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Quizá las obras artísticas de las mujeres son censuradas porque como comenta Andrea Geat en su artículo intitulado: “Resistencias femeninas. Arte contemporáneo regional desde una perspectiva de género”, en las obras artísticas de las mujeres se leen demandas hacia la hegemonía (Geat, 2017: 286). La hegemonía quiere el orden e impide el cuestionamiento y la ruptura. Para cuestionar y modificar el estado de cosas es necesario el pensamiento y la imaginación.
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En el caso latinoamericano lo común es algo que se está creando, por ejemplo, las mujeres se resisten desde su cuerpo y territorio al extractivismo neoliberal, la resistencia al poder dominante viene acompañada de una propuesta de valores distinta tal como apunta Melisa Cabrapan en su artículo titulado: “Movimiento de mujeres contra el extractivismo: feminismos y saberes multisituados en convergencia”, dicha propuesta de valores enfatiza y muestra que otro mundo es posible (Cabrapan, 2022: 61). Pensar y actuar bajo el horizonte de lo común abre la posibilidad de superar la práctica de cosificación que desde el capitalismo se emprende hacia lo diferente: la naturaleza, las mujeres.
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Comenta Carmen Hernández en su artículo intitulado: “Lo femenino en el arte: una forma de conocimiento”, que a partir de la década de 1970 el arte feminista le ha dado una perspectiva distinta a la estética, pues si bien lo femenino siempre ha estado presente en cuanto tema, el feminismo ha apuntado hacia la reivindicación social a partir del arte (Hernández, 2006: 1). El arte feminista también es una manera de interpretar y transformar la realidad sociopolítica.
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Yamile Delgado y Alicia Silva en su artículo intitulado: “Las cooperativas desde el género”, destacan que las cooperativas permiten acceder al bienestar económico. En el caso de las mujeres una cooperativa les da la posibilidad de luchar contra la feminización de la pobreza (Delgado y Silva, 2020: 97-98). En las cooperativas las mujeres han encontrado el medio para dignificarse intelectual y económicamente, puesto que han recibido formación, la cual les permite trabajar y obtener ingresos económicos.
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Bartra, E. (1994a). Frida Kahlo. Mujer, ideología y arte. España: Icaria
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Bartra, E. (2017). Desnudo y arte. Colombia: Ediciones desde abajo.
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Bartra, E.; Anna, F.; Ana Lau. (2002). Feminismo en México, ayer y hoy. México: UAM.
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Delgado, Y., y Silva, A. (2020). Las cooperativas desde el género. Temas de nuestra América, 36 (68), 95-108.
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- » Recibido: 04/02/2022
- » Aceptado: 06/09/2022
- » : 22/12/2024» : 2023Jan-Jun