Resumen

El trabajo aborda el exilio de brasileños en Chile entre los años de 1964 y 1973, y el impacto que ejerció la “vía chilena al socialismo” del presidente socialista Salvador Allende. A partir de una revisión de la literatura, de documentos institucionales y de entrevistas, se analiza el golpe de Estado en Brasil y el contexto político chileno, primero con el gobierno de Eduardo Frei y, posteriormente, con Salvador Allende (1970-1973). Los primeros exiliados brasileños se incorporaron a los organismos e instituciones internacionales y centros académicos que actuaban en el país, sin embargo, a partir de 1970 el número de exiliados que llegó a Chile creció exponencialmente ya que, muchos de ellos, eran integrantes de organizaciones armadas y tuvieron que abandonar el Brasil. El golpe de Estado chileno, en septiembre del 1973, trajo de vuelta el fantasma de la represión y de la tortura, llevando a muchos de ellos a asilarse en embajadas o instituciones internacionales para comenzar un segundo exilio.

Abstract

The paper deals with the exile of Brazilians in Chile between 1964 and 1973, and the impact exerted by the “Chilean way to socialism” of socialist president Salvador Allende. It is based on a review of literature, institutional documents and interviews, it analyzes the coup d’état in Brazil and the Chilean political context, first with the government of Eduardo Frei and later with Salvador Allende (1970-1973). The first Brazilian exiles joined international organizations and institutions and academic centers operating in the country, however, from 1970 onwards, the number of exiles arriving in Chile grew exponentially, since many of them were members of armed organizations and had to leave Brazil. The Chilean coup d’état in September 1973 brought back the ghost of repression and torture, leading many of them to seek asylum in embassies or international institutions to begin a second exile.

Palabras clave:
    • exilio;
    • golpe de Estado;
    • Brasil;
    • Chile.
Keywords:
    • exile;
    • coup d’etat;
    • Brazil;
    • Chile.

Introducción

El golpe de Estado en Brasil, en 1964, obligó a muchos brasileños a exiliarse en países vecinos como Uruguay, Argentina, Bolivia y Chile, cuyas representaciones diplomáticas “receberam alguns milhares de brasileiros fugidos pela fronteira, entre os quais, o presidente João Goulart e Leonel Brizola” Gaspari (2002, 130) . El exilio hizo parte de las diversas arbitrariedades a las que fueron sometidos los opositores al régimen militar brasileño ya que, con ese tipo de sanción,i se buscaba neutralizar y controlar las actividades políticas de los disidentes de la nueva orden autoritaria.

El exilio ha sido objeto de diversos estudios académicos, la mayoría de ellos compuesto por testimonios, memorias y autobiografías, los que han permitido ampliar la comprensión sobre este fenómeno que impactó al Brasil y a la sociedad latinoamericana durante las décadas de 1960 y 1970.ii Con relación al número de exiliados que tuvieron que dejar sus países en América Latina, Roniger & Yankelevich (2009, p.12) , enfatizan que “se carece de instrumentos o registros censales que permitan una desagregación del universo de exiliados sobre el total de emigrados en una determinada sociedad”. Además, el exilio fue un fenómeno que, a excepción de Chile, se restringió a las capas medias de la sociedad (Yankelevich, 2016), considerando que, en países como Brasil, Argentina y Uruguay, no hubo constancia de sectores populares en los registros del exilio.

El Acto Institucional nº 5 (AI-5),iii decretado cuatro años después del golpe, en diciembre de 1968, sistematizó la represión y la militarización del Estado deteniendo intelectuales, estudiantes, sindicalistas, políticos y líderes sociales. Además, ese acto de diciembre de 1968 determinó el cierre del Congreso y su labor parlamentar, decretó el estado de sitio, suprimió el habeas corpus, destituyó a los políticos de sus cargos, además del monitoreo y la recolección de informaciones sobre las actividades de los ciudadanos a través del Servicio Nacional de Informaciones (SNI)iv

Entre los diversos destinos posibles para asilarse con seguridad, Chile se barajaba como un espacio desafiante, sea por su tradición democrática y una activa vida política, por la firme postura solidaria con los perseguidos políticos e, inclusive, por la cercanía geográfica y lingüística. En ese periodo, Chile estuvo gobernado por dos presidentes, Eduardo Frei (19641970), de la Democracia Cristiana (DC) y su proyecto político de “Revolución en Libertad”v y, a partir de 1970, por el representante del Partido Socialista (PS) Salvador Allende (1970-1973) y su “Vía chilena al socialismo”.vi

Durante el gobierno de Frei, llegaron a Chile varios brasileños que se desempeñaban como integrantes del gobierno de João Goulart, académicos e intelectuales, entre los que se destacan Paulo Freire, Fernando Henrique Cardoso, Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, Rui Mauro Marini, entre otros. Después de 1968, comenzaron a llegar exiliados que militaban en organizaciones armadas que enfrentaban al régimen militar y, debido al cerco implacable de la represión, tuvieron que salir del país y de las prisiones a través del canje por el secuestro de diplomáticos extranjeros, destacándose el grupo de 70 exiliados que llegan al país, a inicio de 1971, a cambio de la libertad del Embajador suizo Giovanni Enrico Bucher.

Los exiliados se insertaron en diversos campos de actuación, a través de los cuales asimilaban la realidad política local y se integraban al quehacer político y social. El periodo gubernamental de Allende y la denominada “vía chilena al socialismo” ejerció una fuerte influencia en los brasileños, principalmente en aquellos que militaban en organizaciones armadas, ya que en Chile pudieron rever sus estrategias, profundizar el debate sobre la vía pacífica o la vía armada, quedarse en Chile y participar de la revolución chilena o volver a Brasil para enfrentar la dictadura.

Esa experiencia se vio interrumpida dramáticamente el 11 de septiembre de 1973, cuando los exiliados tuvieron que enfrentar un segundo golpe de Estado y partir para un nuevo exilio. Ese difícil momento fue acompañado por el Centro de Informaciones del Exterior (CIEX)vii quien, desde 1964, vigilaba a los brasileños exiliados en territorio chileno informando al gobierno militar del Brasil sobre el paradero y actividades de sus compatriotas.

Este trabajo analiza el impacto que ejerció la “vía chilena al socialismo” en los exiliados brasileños en Chile durante el gobierno de Allende a través de una revisión de la literatura del contexto político de Brasil y Chile del periodo, junto con entrevistas realizadas a brasileños exiliados en Chile durante ese periodo.

Inicialmente se examina el golpe de Estado brasileño que derribó a Joaõ Goulart y el posterior desdoblamiento con el Acto Institucional nº 5 y sus consecuencias (Bandeira, 2008; Gaspari, 2002; Dreiffus, 1981; Fico, 2001 - 2004), entre otros. El análisis del contexto chileno contempla los gobiernos de Eduardo Frei y Salvador Allende con su proyecto político de la “vía chilena al socialismo”, (Cardemil, 1977; Fernandois, 1985; Fontaine, 1998; Gonzales, 2012; Kornbluh, 2003; Ramos, 1972; y Yofré, 2000), entre otros, periodos en el cual llegaron los brasileños buscando asilo y se insertaron en la sociedad local.

La segunda parte se centra en la “vía chilena al socialismo” y el impacto que esta tuvo para los exiliados, a partir de registros de memorias y entrevistas realizadas con brasileños y brasileñas exiliados en ese país, que permiten un análisis del impacto que la “vía chilena” ejerció en ellos, así como las críticas y cuestionamientos del mismo, incluyendo la decisión de algunos de incorporarse activamente en la transición pacífica al socialismo que se gestaba en Chile. En la tercera, se analiza el golpe de Estado desatado en Chile por el general Pinochet, el terror y el imperativo de salvarse de la muerte o de las torturas, complementado con algunos informes del CIEX sobre la situación y el paradero de los exiliados brasileños días después del golpe. Por último, se hacen algunas consideraciones sobre el tema.

El golpe de Estado en Brasil y el contexto político chileno de 1964

El inicio de la década de 1960 marcó la historia política del continente evidenciando los pasos y contrapasos de la Guerra Fría con su versión doméstica de Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) Comblim (1978, 54) que, después de la victoria de la Revolución cubana, transfirió para la región la idea de “enemigo interno”. En ese contexto, en 1961 llegaba al gobierno João Goulart que, en 1964, sería depuesto por un golpe de Estado, el mismo año que en Chile llegaba al gobierno el primer presidente demócrata cristiano del continente, Eduardo Frei, configurando realidades políticas opuestas y convergentes en función de las contingencias.

Los militares que depusieron a Goulart, impusieron un modelo centralizador del poder e instituyeron procesos militares para purgar a la sociedad del “enemigo interno”. Sumado a eso, se instauró la censura a los medios de información, el control de los partidos políticos, el fin de las elecciones directas para presidente y gobernadores estaduales y la clausura de las actividades sindicales (Fico, 2004; Dreiffus, 1981).

Sin embargo, se hacía necesario darle un barniz de legalidad jurídica al golpe, transformando las decisiones en Actos Institucionales (AI), y Actos Complementarios adecuados a la Constitución de 1967 y a la Ley de Seguridad Nacional (LSN). Así, entre de 1964 y 1969, el gobierno militar brasileño promulgó un total de 17 Actos institucionales (Ais), reglamentados a través de 104 Actos complementarios (AC), instrumentos jurídicos que, en las palabras de Klein (1978, 26) , le atribuían a la administración pública y a las actividades políticas inherentes, una consistente centralización y control.

En 1969, los militares crearon la Operación Bandeirante (OBAN), formada por militares y policiales destinada a centralizar y coordinar las actividades subversivas. Esa operación reunía diversas áreas militares y de seguridad, como el II Ejército, la Marina, la Fuerza aérea, el Servicio Nacional de Informaciones (SNI), la Policía Federal (DPF) y el Departamento de Orden Política y Social (DOPS).

Mientras que en 1970 la OBAN extinguió sus actividades, siendo sustituida por el Centro de Operaciones de Defensa Interna (CODI) y por el Destacamento de Operaciones de Informaciones (DOI), conocidos por la sigla de “DOI-CODI”, órgano de represión e inteligencia subordinado al ejército. El CODI se encargaba de planear, coordinar y asesorar lo relacionado a la información y seguridad ya, el DOI, ejecutaba las acciones destinadas a la represión transformándolo en eje dinámico y protagonista en las actividades coercitivas destinadas a la vigilancia, detención, interrogación y sesiones de tortura en centros oficiales o clandestinos. (Fico, 2001; Miranda, 1999.)

Por sus instalaciones pasó un número significativo de militantes detenidos, muchos de los cuales fueron sometidos a brutales torturas y todo tipo de humillaciones. Con relación a estos dos centros, Maria Celina D’araujo, afirma que ambos desempeñaban actividades diferentes, sin embargo, “la simbiosis entre esos dos órganos quedó registrada en la memoria política por la sigla DOI-CODI” (D’araujo, 1994, p.18). Así, los resultados de esos operativos contabilizaban, a fines de 1973, la desarticulación de las principales organizaciones armadas de izquierda con la mayoría de sus militantes en prisión, exiliados o asesinados bajo el amparo de la censura y del sigilo institucional.

El dominio castrense brasileño fue uno de los más extensos en el continente después de la dictadura de Stroessner en Paraguay y estuvo compuesto por cinco gobiernos militares. Por la orden, Humberto Castelo Branco (1964-1967); Artur da Costa e Silva (1967-1969); Emilio Garrastazu Médici (1969- 1974); Ernesto Geisel (1974-1979) e, por último, João Figueiredo (1979-1985), destacándose entre estos el gobierno del general Médici (1969-1974), por la violencia política, la represión y los disidentes presos, torturados, desaparecidos o exiliados.

En ese mismo periodo, dos importantes líderes de la lucha revolucionaria fueron cercados y muertos por la represión, Carlos Mariguelha, dirigente de la Alianza Libertadora Nacional (ALN), asesinado el 4 de noviembre de 1969, en San Pablo, en una operación coordinada Sergio Paranhos Fleury y, Carlos Lamarca,viii dirigente de la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR) y del Movimiento Revolucionario 8 de octubre (MR-8), el 17 de septiembre de 1971.

En esa época surgieron dos tentativas de guerrilla rural: una al inicio de 1970, en el Vale da Ribeira, interior de San Pablo; y, la otra, a fines de 1960 e inicio de 1970, en la región de Araguaia, en el estado de Pará, ambas siendo violentamente reprimidas por el ejército. En el ámbito urbano, el secuestro de diplomáticosix representó un eficiente recurso para liberar a militantes que estaban en prisión y poder enviarlos rumbo al exilio en el exterior.

El gobierno Medici, a través de su arquitectura represiva y de los órganos de inteligencia, consiguió eliminar a los grupos insurgentes adjetivados de terroristas por los militares y considerados enemigos del orden y el Progreso. Esa victoria militar contaba con el jactancioso telón de fondo del “Milagro Económico”, alardeando el crecimiento de la economía, incontable capital extranjero en áreas como la petroquímica, la siderurgia y la energía, resultando en una alta concentración de la riqueza y en un profundo abismo de desigualdades sociales (Singer, 1986).

El clima de derrota militar contribuyó para transformar el exilio como una alternativa viable para salir del país y poder volver en mejores condiciones para continuar luchando, un exilio que había comenzado días después del golpe, en 1964, pero que aumentó a partir de 1968, cuando la represión consigue desarticular y eliminar los grupos insurgentes y sus principales líderes. Para algunos, abandonar compulsoriamente el país significaba, por un lado, evitar la muerte de muchos compañeros, las prisiones y el horror de las torturas, por otros, significaba reconocer la derrota, abandonar la lucha o simplemente flaquear ideológicamente.

La presencia de brasileños en Chile era insignificante hasta la mitad de la década de 1960, sin embargo, esa realidad fue alterada por las contingencias políticas que resultaron en el golpe de 1964. Por ese año, ya existían diversas instituciones nacionales e internacionales en el área de las ciencias sociales y de la economía como la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Instituto Latinoamericano y Caribeño de Planificación Económica y Social (ILPES), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Escuela de Estudios Económicos Latinoamericanos para Graduados (ESCOLATINA) y el Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria (ICIRA),x entre otras.

Este ambiente intelectual, académico e institucional favoreció la llegada e inserción de los primeros, exiliados brasileños, ya que muchos de ellos se desempeñaban como profesores universitarios, investigadores sociales actuando activamente en el ambiente intelectual brasileño. En Chile tuvieron la posibilidad de integrarse a dichas instituciones, ya que el país que los recibía como exiliados ya se había consagrado como el centro de ciências sociais e de analise de políticas públicas mais importante da América Latina. Serra (2014, 163) .

Entre los primeros brasileños que llegaron a Chile se cuentan el pedagogo Paulo Freire y cuatro docentes de la Universidad de Brasilia UNB, Darcy Ribeiro, Rui Mauro Marini, Vânia Bambirra e Theotônio Dos Santos. Junto a estos, había personalidades del ámbito político y académico, como Maria Conceição Tavares, los hermanos Emir y Eder Sader, Marco Aurelio Garcia, Fernando Henrique Cardoso, José Maria Rabelo, Almino Afonso, entre otros.

La capital chilena, Santiago, era un centro de convergencia intelectual y política que atraía investigadores de diversas latitudes, diseminando ideas y corrientes de pensamiento, resultando en un fértil debate sobre la realidad política y económica del continente y las contingencias específicas de los países de la región. En el ámbito universitarios se destacaban dos instituciones: el Centro de Estudios socioeconómicos (CESO), en su momento, uno de los principales centros intelectuales de América Latina Marini (1990, 18-19) , fundado en 1964 y vinculado a la Universidad de Chile, contando entre sus directores el brasileño Theotônio Dos Santos; y el Centro de Estudios Regionales y Nacionales (CEREN), fundado en 1968 bajo el alero de la Universidad Católica, dos espacios de reflexión, discusión y análisis de la realidad chilena e continental.

El ambiente democrático favoreció ese intercambio, respaldado, desde 1964 por el gobierno de Eduardo Frei Montalva, cuya administración contaba con el apoyo de sectores católicos y de la administración estadunidense. Su programa de gobierno, denominado de “Revolución en Libertad”, era un recurso semántico que proponía una revolución, sin los revolucionarios cubanos ni las amenazas a la democracia liberal (Fontaine, 1988).

Las reformas que se intentaban implantar se apoyaban en las teorías cepalinas y en las contribuciones del jesuita y sociólogo belga Roger Vekemans,xi dentro de un esfuerzo de planificar la economía e incorporar algunos beneficios básicos de la sociedad capitalista a la población más desfavorecida ya que, según estos: […] la iniciativa privada no era solidaria, y en consecuencia atentaba contra los intereses comunes. Únicamente una instancia superior, el Estado, podía establecer las prioridades sociales y económicas que, dentro de su diagnóstico, llevarían a una solución adecuada. Cardemil (1977,196) .

Sin embargo, la preocupación con el problema social y sus secuelas en el país inquietaban también al gobierno Estadunidense que, desde 1962, inclinaba su atención hacia esa región trasandina. La victoria cubana significó una derrota para ellos y se preocupaban por el descontento colectivo que era capitalizado por los grupos de izquierda más radicales, tanto en Chile como en diversos países del continente, enarbolando Fidel y la vía armada como ejemplo de liberación.

Estados Unidos estaba dispuesto a contener la influencia comunista en el continente y, diligentemente, accionó recursos para garantizar la victoria de Eduardo Frei en las elecciones de 1964:

[…] El objetivo de este esfuerzo a escala realmente internacional era establecer una dinastía política de modo que Chile se convirtiera en un país suficientemente estable y confiable como para que valiera la pena una inversión estadounidense económica y social de US$ 1.250 millones; así Chile encarnaría en los ámbitos político y social los ideales progresistas de sus mecenas norteamericanos Korry (1998, 31-32)

Al factor político, se sumaba el económico, puesto que la explotación mineral estaba controlada por tres empresas de Estados Unidos, las cuales controlaban aproximadamente el 70% de las exportaciones del cobre chileno desde inicios del siglo, puesto que, entre los años de 1910 y 1950:

[...] la Anaconda, a través de sus filiales Exploration Company y Andes Copper Co. se hizo con el control de las minas de Chuquicamata, que poseía la tercera parte de las reservas mundiales de cobre. En 1951, la Braden Copper Co. obtuvo la concesión de la mina de El Teniente, entonces considerada la mayor mina subterránea del mundo, a 120 Kilómetros de Santiago de Chile. Bandeira (2008, 99) .

En ese contexto, Frei emerge como la alternativa reformista para Chile con el apoyo del programa “Alianza para el Progreso” que recomendaba, entre otras, el ajuste de precios para los productos de exportación y la reforma agraria con vistas a eliminar el latifundio. Esas iniciativas eran consideradas imprescindibles para neutralizar la “cubanización” de Chile y del continente y que, de acuerdo con Kornbluh (2003, 15) , tenían además el objetivo de “fomentar partidos políticos centristas y reformistas como ‘una alternativa viable’ a los movimientos revolucionarios de izquierda”.

Internamente Frei va a promover la reforma agraria a través de instituciones como el Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario (INDAP), la Corporación de la Reforma Agraria (CORA), el Instituto de Capacitación e Investigación de la Reforma Agraria (ICIRA), todas ellas actuando con el apoyo gubernamental del Ministerio de Educación chileno. Decide también incorporar a las comunidades rurales y urbanas a los programas de promoción popular y de modernización de la sociedad local usando el referencial de la Teoría de la Marginalidad, del sacerdote jesuita belga Roger Vekemans, y del Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales, (ILADES), con sede en Chile, el cual postulaba que el subdesarrollo del país era producto directo de la marginalidad de algunos sectores sociales que fueron privados de los beneficios de la sociedad moderna.

En ese periodo, los primeros brasileños exiliados que llegan a Chile se integran en algunas instituciones del gobierno, como Paulo Freire, que se desempeñó en el ICIRA, en la CORA y en el Ministerio de Educación de Chile, participando en la formación de dirigentes rurales, asesoría, formación y alfabetización de adultos. Además de Freire, se destacaron otros brasileños, como Almino Affonso, Plinio de Arruda Sampaio y Paulo de Tarso,xii participando en los programas del PNUD y de la FAO, todos ellos formaban un grupo de expertos agitadores extranjeros y chilenos, que paradójicamente vienen a preparar la reforma agraria “chilena y demócrata cristiana. Fontaine (2001, 69).

El relevante trabajo desarrollado por Paulo Freire en la educación popular y campesina, aplicando para eso el método sicosocial y las palabras generadoras, contribuyó para el despertar de la conciencia de clase de los campesinos, dando a cada palabra un sentido político revolucionario, es decir, un proceso de lectura de la palabra al mismo tiempo que se genera una lectura del mundo Fauré (2017, 53) . El trabajo de alfabetización y de toma de conciencia de los trabajadores rurales fue de tal importancia que servirá de materia prima para una de sus obras más destacadas y reconocidas internacionalmente: La pedagogía del oprimido.

Paulo Freire, en un trabajo conjunto con Sergio Guimarães (2001), hace referencia al exilio vivido en Chile, afirmando que esa experiencia le dio la posibilidad enorme de aprender más y profundizar lo que venía haciendo desde Brasil. Sin embargo, consciente de que su método era una herramienta eficiente para la adquisición de una consciencia política liberadora, él se esforzó para reflexionar y contribuir de manera más efectiva para una realidad territorial que iba más allá de las fronteras nacionales.

[...] el hecho de ser un exiliado [...] la necesidad de reintegrarme en la medida de lo posible a la práctica ya desarrollada anteriormente en Brasil, superándola y profundizando sobre las reflexiones que había iniciado [...] Además, tenía una preocupación política por hacerlo bien. Y hacer una contribución fuera de mi país que, indirectamente, fuera también una contribución a mi país [...]. (Freire & Guimaraes 2001, p. 93-95). (Traducción libre del autor).

Consciente del imperativo de readaptación a la cultura de otro país, Freire se esforzó en buscar un punto de convergencia entre sus estudios hechos en Brasil y los desafíos que asumió en territorio chileno. Luchaba internamente para evitar la inevitable fractura que representaba el exilio y el conflicto de identidad inherente al drama de integrarse a la realidad chilena sin perder sus raíces brasileñas.

Uno de los problemas fundamentales del exiliado es exactamente cómo resolver la aguda tensión entre el trasplante del que es víctima y la necesaria implantación, que no puede ir más allá ni por debajo de ciertos límites. Si se arraiga demasiado en la nueva realidad, corre el riesgo de abandonar sus raíces; si se queda en la pura superficialidad de la nueva realidad, corre el riesgo de aniquilarse en una nostalgia de la que será difícil liberarse. Experimenté la ambigüedad de estar y no estar [...] pero he crecido en el drama de la experiencia (Freire & Faundez 1985, p.13) (Traducción libre del autor).

Acentúese que el exilio se diferencia de la emigración voluntaria en un aspecto crucial, que es el aspecto volitivo del ser humano, es decir, la voluntad o el deseo de querer y poder hacer una determinada acción. En la salida voluntaria del país existe un cierto control y libertad de decisión con relación a la hora de la partida o del regreso, hecho que no se aplica al exiliado que, de acuerdo con Salas (1993, p.558) , “es un expulsado, ignora si alguna vez podrá volver a su país, y su viaje posee las características de lo impuesto por la fuerza, de una injusta condena, de una sentencia sin término”

Las contradicciones del gobierno Frei y la “Revolución en Libertad” van a generar una acelerada politización de la sociedad rural y urbana que demanda más hechos y menos palabras delante de las promesas insatisfechas del presidente y su partido. Paralelamente, en la Democracia Cristiana crecía la pugna entre las corrientes conservadoras, interesadas en transformar las reformas como mero capital político de cara a un futuro electoral, y las más críticas, preocupadas con el carácter conservador de las políticas reformistas y desarrollistas.

Las corrientes más jóvenes y críticas postulaban una efectiva justicia social dentro de los marcos de la Doctrina Social de la Iglesia, de la vía no capitalista, así como del método de concienciación que Pulo Freire desarrollaba en la zona rural. Estos dirigentes cuestionaban la lentitud y resistencia de las corrientes más refractarias del partido a los cambios, postura crítica que los aproximaba a las ideas de la izquierda y al influjo cada vez más presente de la revolución cubana donde hacían eco las contradicciones generadas por las propuestas reformistas dentro del modelo capitalista (Donoso, 2018).

Las divergencias dieron paso, en mayo de 1969, a una disidencia que resultó en la formación del Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), que optó por un dialogo con los sectores marxistas y con las corrientes católicas vinculadas a la Teología de la Liberación. A esas alturas el ambiente erizado de las calles, las fábricas y en el campo, provocaron una onda expansiva que fue “aumentando el grado de organización popular en todos los sectores, a la vez que produce un aumento de su nivel de aspiraciones” Ramos (1972, 238) , cuyo corolario fue el acuartelamiento del Regimiento Tacna el 21 de octubre de 1969.xiii

El exilio brasileño durante la “vía chilena al socialismo”

La llegada de Salvador Allende al gobierno coincide con un número creciente de exiliados brasileños que llegaban a Chile huyendo de la represión y de la violencia política. El ambiente electoral chileno, de septiembre de 1970, se desarrollaba dentro de una crítica ascendente al imperialismo estadunidense, a las teorías cepalinas y a los cuestionados resultados de las políticas reformistas de la “Alianza para el progreso” implantadas por Eduardo Frei.

Dicha polémica contaba con el respaldo de la Teoría Marxista da Dependencia Bambirra (1983); Dos Santos (1973) y del entorno insurreccional que se gestaba en algunos países del continente Bambirra (1972), en un diálogo convergente con la Teología da Liberación Gutierrez (1971); Romero (1978) y las corrientes progresistas católicas. Junto a esto, el debate sobre “Reforma o Revolución” Marini (1974) adquiría vigor, lo que encorajaba la opción por la vía insurreccional como la más expedita para los problemas da región.

En ese contexto nacional y continental se desarrolló el pleito electoral del 4 de septiembre de 1973, perfilando tres candidaturas: El candidato del Partido Nacional (PN), Jorge Alessandri; del Partido Socialista (PS), Salvador Allende; y el de la Democracia Cristiana (DC), Radomiro Tomic. Salvador Allende, del PS, obtuvo la mayoría relativa, resultado que constitucionalmente debería decidirlo el Congreso Pleno,xiv que se reuniría el 24 de octubre, de ese mismo año, para dirimir el impase postergando la pose definitiva para el 4 de noviembre.

Sin embargo, esos dos meses, entre el 4 de septiembre y el 4 de noviembre, el país fue palco de una serie de tentativas destinadas a impedir el acceso de Allende al gobierno ya que, los sectores conservadores del PN y de la DC derrotados en el pleito, no aceptarían con serenidad el triunfo del socialista. No podían entregarle el destino del país a un gobernante marxista apoyado por el partido comunista y, esa resistencia extraoficial, transformo la capital chilena en un hervidero de conciliábulos, reuniones privadas, rumores, intrigas y manifestaciones públicas Yofré (2000, 88).

El grupo parlamentario de la DC, que era mayoría, decidió que sus parlamentares darían el voto a Allende con la condición de que él aceptara una lista de “Garantías Constitucionales” que deberían incorporarse a la Carta Magna. Esas “Garantías”, sintetizadas en siete puntos, trataban de temas sensibles como: partidos políticos, medios de comunicación, derecho de reunión y de libertad individual, Fuerzas Armadas, derecho de asociación y de agremiación y, por último, el derecho de reivindicación y huelga. Pero eso no bastaba y, el poder tradicional amenazado:

[…] desató el terror financiero (…). Los grandes empresarios despedían trabajadores, suspendían las compras, detenían la producción, paralizaban las entregas de materias primas, cortaban las ventas a plazo y, desde los bancos por ellos controlados, cortaban la concesión de créditos. (…) La campaña tenía por objetivo unir contra Allende y la UP a todos los “demócratas” - especialmente a la derecha y a la Democracia Cristiana - para salvar a Chile de la “tiranía comunista. Labarca (1971, 385).

En esos días, diversos grupos vinculados a la derecha política se prepararon para desatar una serie de actividades para crear un ambiente de inseguridad y miedo en la población, además de sensibilizar a los parlamentarios para que votaran por candidato que había conseguido la segunda mayoría, el candidato del PN, Jorge Alessandri. En medio a ese ambiente denso, la representación diplomática Argentina en Santiago registraba, alertando, sobre las actividades de tres grupos que se preparaban para actividades conspiratorias:

“Los Cuervos Rojos”. N.E.CH (“No entreguemos Chile”). “Grupo de características nazis. Distribuidos de acuerdo a los distritos electorales de Santiago, con militares retirados en sus dirigentes y jefes de grupo. Se encuentran en contacto con el general Viaux”. “Comité Viauxista. Grupo formado a raíz de los sucesos del Tacna, que en estos momentos se dedica a la propaganda del general mencionado. Trata por todos los medios de aglutinar en torno al mencionado jefe a todos los restantes movimientos dispersos”.

“Movimiento Anticomunista Nacional” (MAN). Actúa en apoyo de “Patria y Libertad”, pero con las tareas de terrorismo necesarias para crear un clima de caos en Chile que decida a las Fuerzas Armadas a actuar. (…) Actúan en el mismo suboficial retirados del Ejército. Se agrupan de a 5 personas con un auto por cada grupo. Adoptaron la sigla BOC (“Brigadas Obrero Campesinas”) para despistar a la policía”. Yofré (2000, 95)

A esos protagonistas nacionales, se sumaba el gobierno de los Estados Unidos preocupado con el triunfo de un marxista, decidiendo participar activamente para evitar el triunfo de Allende en el parlamento financiando la guerra psicológica, la propaganda y la polarización de la sociedad para justificar una ruptura institucional. En estas operaciones, que implicaba el soborno a parlamentares y la ruptura de la neutralidad de las Fuerzas Armadas para entrar en una aventura golpista, resultó asesinado el general del Ejercito René Schneider Korry (1998); Bandeira (2008); Gonzales (2012); Kornbluh (2003).

Salvador Allende asumió la presidencia el 4 de noviembre por un período de seis años proclamando una transición pacífica al socialismo y, su “vía chilena”, contrariaba la llegada al poder por la vía armada que postulaban la mayoría de los movimientos marxistas del continente inspirados en la experiencia de la revolución cubana. Gonzales (2012, 35). Su gobierno comenzaba con minoría en el Congreso, con un Estatuto de Garantías como limitante, en un país cercado por regímenes militaresxv y, con los Estados Unidos dispuesto a obstaculizar directa e indirectamente la administración del país.

El Programa Básico de Gobierno socialista, aprobado el 17 de diciembre de 1969, tejía críticas al reformismo y a las teorías desarrollistas promovidas por la Alianza para el Progreso del gobierno estadunidense y por su antecesor, Eduardo Frei, denunciando un rotundo fracaso en el ámbito de la reforma agraria y del desarrollo económico del país, prenunciando la reacción de los diversos intereses amenazados.

En Chile las recetas “reformistas” y “desarrollistas” que impulsó la Alianza para el Progreso e hizo suyas el gobierno de Frei no han logrado alterar nada importante en lo fundamental (...) Con esto se ha demostrado, una vez más, que el reformista es incapaz de resolver los problemas del Pueblo. (...) a medida que fracasa el reformismo, endurece la posición de los sectores más reaccionarios de las clases dominantes que, en último término no tienen otro recurso que la fuerza. Programa básico de Gobierno (1970 - 1976, 152).

Dicho programa plasmaba parte significativa de los análisis y estudios que el grupo de la brasileña Vania Bambirra había sistematizado sobre el carácter dependiente de la economía chilena y latinoamericana, cuyo triunfo, marcó de forma singular a permanencia de esta exiliada en ese país. La llegada de Allende al ejecutivo desafiaba décadas de intereses arraigados que comprometían la independencia económica del país y su soberanía, pero también reflejaba que los estudios eran serios y consecuentes y, por primera vez:

[...] um programa de governo feito por uma frente de esquerda, com a participação relevante de um Partido Comunista, colocava a ênfase na liquidação dos monopólios nacionais e internacionais; estabelecia, também, que a soberania nacional só poderia ser consolidada quando fosse superado o capitalismo de¬pendente, através da transição socialista. Eram exatamente as conclusões óbvias das teses centrais que defendíamos em nossas publicações, cursos e conferências Bambirra (1991, 39-39) .

En las líneas del Programa Básico de Gobierno de Salvador Allende, que contenía las directrices para el período 1970-1976, era posible identificar algunas ideas claves de la Teoría Marxista de la Dependencia (TDM) desarrolladas al interior del CESO con el protagonismo de la socióloga brasileira y su equipo, explicitando que:

Chile es un país capitalista, dependiente del imperialismo, dominado por sectores de la burguesía estructuralmente ligados al capital extranjero (...) como consecuencia misma del desarrollo del capitalismo mundial, la entrega de la burguesía monopolista nacional al imperialismo aumenta progresivamente, se acentúa cada vez más en su dependencia su papel de socio menor del capital extranjero. Programa básico de Gobierno (1970 - 1976, 151).

Vania registra sus impresiones sobre su exilio y sobre el proceso de transición al socialismo por la vía institucional burguesa. En su memorial, escrito en el año de 1991, la socióloga brasileña expresa no sólo la satisfacción de ver su trabajo reconocido e incorporado al programa de gobierno, también externaba las dudas e inquietudes sobre el desenlace de esa experiencia singular en ese país de Sudamérica y las posibilidades reales de conseguir los cambios propuestos, así como atender las demandas crecientes de la población:

A experiência chilena era uma proposta, era um sonho maravilhoso, que eu sempre duvidei que poderia converter-se em realidade; tinha maiores chances de tornar-se um pesadelo. Como muitos companheiros que compartiam essa dúvida, vale dizer os sensatos, mas que nunca professaram a tese do “quanto pior melhor”, torcíamos e ao mesmo tempo militávamos para que tudo desse certo; se nossas preocupações cientificas e políticas estivessem erradas, que a história nos desmentisse. Por isso, nunca registrei por escrito as minhas dúvidas enquanto as possibilidades de concretização do projeto da UP, pois o desanimo conduz à auto liquidação dos movimentos sociais. Bambirra (1991, 39)

El exilio chileno, su trayectoria dentro del CESO, así como la traumática derrota do proyecto político chileno, no impidieron que Bambirra valorara la importancia del Centro y de su paso por Chile para su madurez como intelectual y militante política.

Ficamos no Chile sete anos e meio. Lá, realmente, me afirmei como intelectual, como professor, como pesquisadora e cientista social. Levantei voo. Adquiri autoconfiança, produto da segurança de que o meu trabalho era sério e fundamentado. Comecei a realizar o sonho de entender o mundo para ajudar a transformá-lo. Apaixonei-me pela minha profissão. Bambirra (1991, 28)

Además de Bambirra, otro científico social brasileño vivo su exilio en Chile durante el Gobierno de Allende, Herbert de Souza, Betinho, que en el libro memórias do exilio, de Pedro Uchoa Cavalcanti y Jovelino Ramos, relata que esa experiencia amplió significativamente la comprensión de la práctica política, ya que para él, ese espacio de tiempo fue “un período de descubrimiento de lo que era la política en una situación extrema, porque Chile era indiscutiblemente el país con mayor politización y movilización política de América Latina (...) Fue un intensivo de ciencia política en dos años” (Uchoa, Cavalcanti, P. & Ramos, J., 1978, 95) (Traducción libre del autor). Constata igualmente que, a partir de la realidad política chilena, todo aquello que conocía en la teoría, en Chile era un cotidiano palpable, pudiendo verificar que en la organización y movilización de la población se encontraba la materia prima para su formación como científico social.

Entonces descubres qué es la masa, qué es la lucha de clases, qué es el partido. Entonces descubrirás qué es ser líder y qué no es serlo, cómo se desarrolla el nivel político, cuál es la relación entre la economía y la política, cuál es el peso de la coyuntura, de las decisiones que se toman, cómo se toman las decisiones políticas. (Uchoa Cavalcanti & Ramos, 1978, 95) (Traducción libre del autor)

Souza registra su particular experiencia de haber salido de la clandestinidad donde había adquirido diversas identidades y “después de ser, en Brasil, José, Pedro, Joaquim, Gilson, una serie de personas en la vida clandestina, tengo que volver a ser yo mismo en Chile” (Uchoa Cavalcanti & Ramos,1978, 96-97) (Traducción libre del autor), presentarse públicamente con su nombre oficial y como un profesional, sin el imperativo de ocultarse por causa de los agentes de la represión brasileña que lo amenazaban día y noche. Esa vivencia dio sentido a su cotidiano, en el cual las palabras, las ideas y el propio trabajo desarrollado se sumaban al proceso histórico de transición al socialismo y el orgullo y consciencia de hacer parte del mismo como profesional y militante político:

La primera posibilidad de trabajo es Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), como asistente de investigación, como investigador (...) Después de cierto tiempo, a través de Flacso, me voy a trabajar con Odeplan, que es la Oficina de Planificación de la Presidencia de la República, con un asesor de Allende. (...) Esto en función del proceso electoral, del análisis de la coyuntura, como profesional y a la vez como activista político, como profesional-político (Uchoa Cavalcanti & Ramos, 1978, 95) (Traducción libre del autor)

Para Paulo Lincoln, militante del Partido Comunista Brasileiro Revolucionario (PCBR), era evidente que los procesos históricos entre Brasil y Chile eran muy distintos, donde la izquierda, y en especial el Partido Comunista, ocupaba un lugar de destaque en la dinámica política.

[...] la enorme diferencia en los procesos políticos históricos de ambos países. Cuando llegué allí, poco después vi una manifestación del Partido Comunista de Chile, todos con banderas rojas y demás, cientos y miles, y uno o dos días después la derecha hizo la misma manifestación, también con cientos y miles. No podía imaginar que esto pudiera ocurrir en Brasil. Toda la historia de Chile era completamente diferente, una historia de democracia (...) el desarrollo de las fuerzas oficiales de izquierda, incluso las más radicales como el MIR, eran cosas que no se me pasaban por la cabeza (...) (Entrevista concedida al autor por Paulo Lincoln el 17/12/2017). (Traducción libre del autor).

A nivel de perfil social y de organizaciones armadas, Pedro Albuquerque, militante del Partido Comunista del Brasil (PCdoB) esclarecía que la mayoría de los exiliados no provenía de la clase operaria sino de la clase media. Además, las divisiones presentes en las organizaciones en Brasil, continuaron latentes en Chile y, a depender de las convergencias ideológicas, se aproximaban de un u otro partido en Chile.

El proletariado brasileño no se exilió, fue la clase media, de la universidad y, dividido, aquí ya estaba dividido (...) había grupos de lo más variado y esa división se fue a Chile. La situación en Chile también hizo posible que la división continuara. Así que había quienes defendían al MIR, quienes defendían la posición del PS, o sea de Allende y del PC chileno, quienes defendían la posición de Altamirano, del MAPU, y quienes consideraban a toda la Democracia Cristiana como el enemigo (Entrevista concedida al autor por Pedro Albuquerque, el 10/08/2015). (Traducción libre del autor).

El exilio era bastante complejo para los militantes brasileños que habían optado por la lucha armada, ya que para muchos de ellos el paso por Chile sería algo pasajero, esperando volver al Brasil para retomar la lucha. Ya, para otros, la adversa realidad que se vivía en Brasil con el cerco represivo a las organizaciones y a sus militantes, constataba que no había ninguna posibilidad de enfrentar militarmente a la dictadura en una correlación de fuerzas tan desigual:

[...] la mayoría de estas organizaciones brasileñas, querían que sus militantes regresaran a Brasil. Para los que predicaban la lucha armada, todo era cuestión de unos meses. Para otros, el exilio sería largo, porque no habría manera de volver sin grandes riesgos. Yo estuve entre los primeros, aunque sólo regresé después de la amnistía en Brasil en 1979, pese a todo, si no hubiera sido por el golpe de estado en Chile en 1973, habría regresado clandestinamente a través de mi organización Entrevista concedida ao autor por Beluce Bellucci, no dia 09/09/2014. (Traducción libre del autor).

Para algunos más realistas, como el militante de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR-Palmares), Roque Aparecido, el exilio sería un viaje sin fecha de vuelta, las contingencias desfavorables originadas por el cerco represivo, había esfacelado a la mayoría de las organizaciones. Al comienzo de la década de 1970, los líderes más importantes en esa lucha, como Marighella y Lamarca habían sido capturados y salvajemente muertos por los servicios de inteligencia y, un número significativo de militantes en Brasil estaban detenidos, siendo torturados, desaparecidos, en el exilio o muertos.

[…] en 71, cuando llegamos a Chile, ya estaba casi completamente destruida, la organización no tuvo ni siquiera la condición de mantener Lamarca en el sur, tuvieron que sacar Lamarca de allá porque no tenía ninguna estructura y capacidad de contactos (…) eran muy pocos. (…) los compañeros, con los cuales yo había militado aquí en Brasil, ya estaban todos detenidos, muertos o en el exilio, yo no tenía ninguna información (…) (Entrevista concedida al autor por Roque Aparecido, en español, el 2/02/2018).

Pero entre todos los exiliados que llegaron a Chile desde 1964, hubo un grupo de 70 exiliados adquirió relevancia, no solo en Chile sino en Brasil y la prensa internacional. El 7 de diciembre de 1970, la Vanguardia Popular Revolucionaria secuestró al embajador suizo Giovanni Enrico Bucher fue secuestrado el Embajador Suizo y, las negociaciones, que se extendieron durante todo el mes de diciembre y parte de enero, resultaron en la liberación de 70 prisioneros políticos en las prisiones de la dictadura brasileña que, después de barajar varios destinos, finalmente fueron enviados a Chile.

Roque Aparecido, uno de los pocos operarios que llegaron al exilio en Chile y que formaba el grupo de los 70, relata los momentos de aflicción y de incertidumbre en los momentos claves antes de salir de despegar del territorio brasileño y volar con destino a Chile. La vida de ellos dependía de que sus compañeros que mantenían en cautiverio al embajador no fueran descubiertos por la represión, lo que comprometería fatalmente toda la operación y la integridad de los 70.

[…] fue un periodo largo de negociación y, nadie sabía cómo iba a terminar esto (…) si por un lado había la perspectiva de estar en libertad en otro país, que en ese entonces nadie sabía para cual país podría ser, al mismo tiempo la aflicción. ¿Y si hay algún problema y los compañeros terminan siendo obligados a enjuiciar al embajador? ¿Qué va a pasar con nosotros? (…) fuimos llevados todos para Rio de Janeiro (…) salimos en una avioneta, el grupo que estaba detenido en Sao Paulo, hacia Rio, todos los compañeros esposados, uno en el otro, una esposa para dos (…). Bueno, ahí en Rio juntos todos ya en el aeropuerto de Galeão, continuaba la tensión, porque hasta que estuviéramos en manos de esta gente, nadie podía saber lo que podría pasar (…) porque mismo en el vuelo todavía había una aprensión, bueno, salimos de Brasil, pero, el avión puede volver a cualquier momento sin problemas (Entrevista concedida al autor por Roque Aparecido, en español, el 2/02/2018).

Las mismas inquietudes expresaba Ronald Lobato, militante del PCBR, que temía que el cautiverio fuera descubierto o que el embajador fuese muerto por los compañeros, lo que echaría todo por el suelo. Resalta que el acuerdo era claro: el embajador sería suelto cunado los 70 desembarcaran en territorio chileno.

Antes de llegar a Chile, el embajador no sería suelto, teníamos que llegar a Chile para que el embajador fuese suelto, pero, ¿y si en ese momento, cuando se estaban preparando ya para soltarnos, surge alguna cosa ahí y el avión vuelve? Nadie sabía en ese entonces lo que efectivamente podía pasar. Bueno, la llegada a Chile fue muy emocionante, porque ya teníamos muchos compañeros exiliados allá en Chile y se juntaron muchos chilenos y ahí en el hogar Cousinho, mucha gente, todos los días, entrevistas con periodistas de todos los países (Entrevista concedida al autor por Ronald Lobato, en español, el 01/09/2014).

La llegada a Chile fue un momento difícil de verbalizar, salir de la prisión, de las sesiones de tortura y poder respirar libremente en territorio chileno era algo indescriptible. Para la militante del PCBR, Vera Rocha, relata que al bajar las escalinatas del avión y pisar suelo chileno fueron recibidos “como si fuéramos unos héroes y que llegábamos a un país en libertad, fue una cosa muy calurosa, muy fuerte y nos emocionó mucho” (Entrevista concedida al autor por Vera Rocha Dauster, en español, el 2/09/2014).

La misma emoción y euforia vivó Jean Marcvon der Weid, líder estudiantil y, a la época, presidente de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), cuyo relato consta en el libro “68 a geração que queria mudar o mundo”, de Eliete Ferrer. Sentirse libre en territorio chileno era algo difícil de describir, ya que:

[...] la sensación de euforia y exaltación que nos invadió al bajar las escaleras del avión y sentirnos libres y, más que eso, en una tierra donde el pueblo había conquistado, si no el poder, el gobierno. (...) Pronto nos dimos cuenta de que el pueblo chileno no sólo era solidario y amable, sino también muy politizado. Independientemente de la afiliación política o del estrato social, todos discutían sobre política con mucho conocimiento y amplia capacidad de argumentación. Nos preguntaron mucho sobre la dictadura en Brasil y cómo había sido el golpe militar, parecía haber una preocupación latente de que pudiera ocurrir algo similar. (Ferrer, 2011, p. 537-538). (Traducción libre del autor)

Los exiliados brasileños eran el apoyo irrestricto del gobierno y de los partidos políticos de izquierda en chile, que destinaron el abrigo “Hogar Pedro Aguirre Cerda”, en el centro de Santiago, para alojarlos y proceder a los cuidados médicos y documentales. La prensa nacional e internacional hizo una consistente cobertura periodística, despertando el interés de cineastas y documentalistas que aprovecharon el momento para producir el documental “No es hora de llorar”, en el cual participó Roque Aparecido:

[…] estaba un poco perdido, después de dos años de cárcel, después de un periodo de clandestinidad, llegar allá, esa libertad, esa euforia toda fue muy emocionante, entrevistas con la prensa de todos los países. Había un compañero, Luis Alberto Saenz, un brasilero, ya entendía un poco de cine y comenzó a hacer un documental, para denunciar lo que habíamos pasado en la cárcel, este documental se llama ‘no es hora de llorarxvi (Entrevista concedida al autor por Roque Aparecido, en español, el 2/02/2018).

El primer año del gobierno Allende contó con un masivo apoyo de las organizaciones y de la población en general, consigue aprobar la ley que nacionalizó los recursos minerales, hecho que desató una fuerte reacción del gobierno estadunidense y de las empresas que explotaban las riquezas minerales chilenas ya que, ese acto soberano, las dejaba sin derecho a indemnización resultando que al día siguiente Estados Unidos suspendió todo tipo de ayuda económica Yofré (2000). Ese mismo año llego a Chile, en visita oficial el líder cubano Fidel Castro, provocando la euforia de la militancia de izquierda y el miedo y temor de la derecha chilena de que Chile se transformara en una segunda Cuba, lo que representó la visita más extensa de un político extranjero de la historia de Chile, y probablemente la más controvertida. Fernandois (1985, 210)

El segundo año de gobierno estuvo marcado por el confronto político y por la huelga de los transportistas que paralizó el país. El momento más crítico, fue en octubre de 1972 con el Lockout impulsado por los camioneros, liderados por León Vilarín, movimiento que contó además con la adhesión de estudiantes, del comercio minorista, los empleados públicos y privados, con una duración que se extendió desde el 11 de octubre hasta el 5 de noviembre, con el declarado objetivo de hacer “intransitable la “vía chilena hacia el socialismo Fontaine (1998).

La paralización del sector de transportes provocó el caos, lo que llevó al gobierno de Allende a solicitar la colaboración de los militares para mantener el orden público, decisión que fracturó las ya frágiles relaciones dentro de la propia alianza gubernista que veía a los militares como un serio obstáculo para llevar adelante las transformaciones propuestas por la “vía chilena

En ese impasse, se potencializaron las diferencias entre las dos corrientes que estuvieron en disputa durante todo el gobierno de Allende, “la vía pacífica”, defendida por Allende, por el Partido Comunista y parte de la Unidad Popular; y, “la vía armada”, que contaba con la adhesión de una parte del Partido Socialista, liderada por Carlos Altamirano y por el MIR, posiciones que evidenciaban las contradicciones inherentes a las perspectivas gradualista y rupturista Bandeira (2008, 338) .

A la crisis provocada por el paro de octubre, se sumaba la económica y la política, entrando en el tercer año de gobierno con la oposición cada vez más fortalecida, los militares ocupando puestos claves en el gabinete, un boicot económico a nivel internacional orquestado por Estados Unidos y un desentendimiento al interior del bloque gubernista. El año de 1973 comenzaba como una tragedia anunciada, en marzo, en las elecciones parlamentarias, la derecha se presenta unida formando la Confederación Democrática (CODE) que unió a la Democracia Cristiana y al Partido Nacional en una fuerza electoral que no consiguió la mayoría esperada para destituir legalmente al presidente Allende.

En abril se desata la huelga de la mina de cobre “El teniente” la primera huelga operaria contra un gobierno que representaba a la clase trabajadora, iniciada el 22 de abril de 1973 con una duración de 76 días, lo que agravó seriamente la ya debilitada economía chilena que dependía de las exportaciones de ese mineral. Engrosaron las filas las protestas por el proyecto de la reforma educacional “ENU”,xvii movilizando estudiantes y a la Iglesia Católica contra esa iniciativa; la sublevación y tentativa de golpe, el 29 de junio de 1973, conocido como el “Tanquetazo”; la aplicación de la “Ley de Control de Armas”; y, por último, la renuncia del General Carlos Prats al comando del ejército chileno.

La renuncia del general Carlos Prats era el obstáculo que faltaba para desatar el golpe final a la democracia chilena, su postura legalista impedía que los militares pudieran actuar libremente y poder preparar el asalto al gobierno constituido. La trama conspiratoria se completaba con la asunción de su sucesor en la jerarquía militar, el comandante Augusto Pinochet, figura emblemática que personificó el golpe de Estado y los 16 años de dictadura militar chilena, evidenciando las contradicciones de la “vía chilena al socialismo” y los límites de un proyecto que pretendía implantar el socialismo en la sociedad chilena usando la legalidad burguesa para ese objetivo.

El golpe de Estado, perpetrado el 11 de septiembre de 1973, impactó sensiblemente a los exiliados brasileños, ya que percibían:

[...] que la llamada “vía chilena al socialismo” era una ilusión y que se avecinaba un golpe de Estado. Intentamos transmitir nuestra experiencia brasileña a los chilenos que, sin embargo, pensaban sinceramente que las fuerzas armadas chilenas tenían un compromiso con la constitución y la democracia. Ellos decían: ¡En Chile no pasa nada! (Entrevista concedida al autor por Lucia Lobato el 16/09/2014). (Traducción libre del autor)

Los exiliados esperaban que, a partir de toda la agitación política que habían presenciado durante ese periodo, los chilenos defenderían su revolución con uñas y dientes. La decepción fue grande, ya que no hubo ninguna reacción a la altura de lo esperado:

[...] nosotros creíamos que por la movilización del Pueblo chileno iba a ver una reacción, y nos impresionó muchísimo que no hubo la reacción que nosotros esperábamos. (…) ni los partidos estaban preparados, mismo aquellos que compartían con nosotros las mismas ideas, como el MIR, por ejemplo, que iban a la reacción, que no iban a aceptar el golpe de Estado. (Entrevista concedida al autor por Vera Rocha Dauster, en español, el 2/09/2014).

En esos dramáticos días, ser extranjero, exiliado y militante de izquierda en Chile, era una declaración de condena. El día 11, las emisoras de radio y televisión incitaban a los chilenos a denunciar cualquier extranjero, ya que ellos eran sospechosos de integrar un ejército internacional que iba a destruir el país. Era necesario actuar rápido y de forma coordinada:

Ahí, el mismo comando de la resistencia chilena, determinó que nosotros, los extranjeros, teníamos que salir del país, porque con toda aquella represión, especialmente, en busca de los extranjeros. En el mismo día once, en Santiago, helicópteros repartiendo panfletos, técnica excelente de panfletear, pidiendo a los ciudadanos chilenos que denunciaran al extranjero que encontrasen porque eran terroristas que estaban allá para asesinar sus hijos (Entrevista concedida al autor por Roque Aparecido, en español, el 2/02/2018).

En el medio de esa catástrofe, los brasileños intentaban hacerles ver a los chilenos que los militares nunca iban a desempeñar el rol de guardianes de la legalidad. Ellos estaban ahí para defender los intereses de la burguesía y del capital, pero tenían la impresión que le hablaban a sordos.

¡No existe este ejército democrático! Esta era una de las grandes peleas que teníamos con los chilenos. Les decíamos que nosotros teníamos la experiencia del ejército: ¡usted tiene que saber que el ejército es capaz de cosas increíbles! Y los chilenos no contestaban, no aceptaban y, los más flexibles a esa discusión eran los partidos más radicales, como el MIR, que entendían que no se podía confiar tanto así en el ejército (Entrevista concedida al autor por Vera Rocha Dauster, en español, el 2/09/2014).

El instinto de preservación llevó a muchos brasileños a buscar asilo en embajadas, en refugios de la ONU o en casa de amigos o conocidos. Curiosamente la embajada brasileña y su embajador, Antônio Cândido de Câmara Canto, no ofreció ningún tipo de ayuda a los exiliados que llegaron hasta las puertas de la embajada brasileña en Santiago. Sin embargo, el Estado brasileño se encargó, a través del Centro de Informaciones del Exterior (CIEX), vinculado a los servicios secretos de Brasil, del monitoreo permanente de los exiliados, sus movimientos y contactos, así como el ingreso en las representaciones diplomáticas donde solicitaron asilo después del golpe de Estado.xviii

Entre los días 24 de septiembre de 1973 y el 25 de octubre de 1973, el CIEX, redactó diez informes relacionados a la situación de los exiliados brasileños, muchos de ellos con las listas de refugiados que habían solicitado asilo en diversas embajadas de la capital chilena y que esperaban un salvoconducto para salir del país. Además, esos informes hacían referencia a algunos que se encontraban detenidos en el Estadio Nacional, utilizado por los militares como centro el mismo día del golpexix, catalogados con códigos clasificados con letras y números para establecer su grado de importancia y urgencia que, de acuerdo con Fico (2001, p.95) , podría variar de “A” (más confiable), hasta “F” (menos confiable), y con una relación numérica que indicaba su grado de autenticidad, yendo del uno (más auténtico) al seis (menos auténtico).

Los días posteriores al 11 de septiembre, el CIEX tuvo problemas para registrar el nombre y apellidos de los brasileños, hecho que fue alertado por dicho centro en el informe del CIEX nº 538 - [A-1], del 25 de octubre del 73. En las embajadas o en los refugios de las sedes de organizaciones internacionales ellos eran registrados siguiendo la forma predominantemente en los países de habla española del continente: primero el apellido paterno y después el materno, diferente del portugués donde siempre va el materno en primer lugar.

La ruptura democrática chilena llevó a los brasileños a abandonar el país que había representado el ideal político de toda una generación que había luchado por la democracia y la libertad en Brasil. Las contradicciones inherentes al proceso político chileno dieron espacio a una espiral de violencia política que desencadenó el golpe en septiembre de 1973, imponiendo la fuga y el desafío de recomenzar la vida en un país desconocido para comenzar un segundo exilio.

Consideraciones finales

El exilio de los brasileños y brasileñas en Chile dejó memorias, relatos e historias que evidencian la importancia de esa particular experiencia. Durante el periodo que pasaron en ese país, algunos de ellos pudieron participar de la vida política y partidaria sin miedos ni restricciones, estudiar en la universidad o en instituciones donde se debatía sobre la contingencia política, no sólo del Brasil, sino también la chilena y latinoamericana.

Para muchos de ellos, la “vía chilena al socialismo” les propició vivenciar la construcción del tránsito al socialismo postulado por Allende y su gobierno dentro de una dinámica sociopolítica que les permitió una lectura más criteriosa y objetiva de la realidad local y continental. Hay que destacar que la mayoría de ellos eran muy jóvenes cuando tuvieron que salir de Brasil, sólo habían conocido la dictadura y no conocían ni habían vivido un régimen democrático.

En Chile redimensionaron la importancia del ejercicio democrático, el rol de la organización partidaria, la consciencia de clases de un pueblo que defendía sus ideas políticas de forma libre y explicita. La construcción del socialismo se daba a partir de la realidad contingente y no de lo que ellos habían leído o teorizado en su país de origen, representando una verdadera escuela y un legado político y afectivo relevante.

A medida que se integraban en la sociedad local, los exiliados descubrieron las diferencias existentes entre los procesos políticos de Brasil y Chile, principalmente en el protagonismo de los partidos de izquierda y en la participación popular en la demanda por derechos y mejores condiciones de vida. Así mismo, dilató el carácter de identidad nacional, evidenciando el desconocimiento que muchos de ellos tenían del continente y de Chile y descubriendo que, además de brasileños, eran latinoamericanos, un sentimiento de unidad fortalecido por las luchas comunes de la región.

La “vía chilena al socialismo” también les permitió participar activamente del debate sobre vía armada y vía pacífica, sobre el dilema relativo a la conquista del gobierno y del poder, temas que fueron adquiriendo magnitud a medida que las contradicciones políticas del proyecto chileno se hacían latentes. Ese debate evidenció, para algunos, la debilidad teórica de los propios militantes que se encontraban exiliados, así como la ausencia en Brasil de una base social politizada para luchar por una sociedad más digna, todo eso resultando en una profunda autocrítica a partir de una experiencia que no estuvo exenta de contradicciones.

Por su parte, la experiencia de las brasileñas exiliadas en Chile ofrece un amplio horizonte interpretativo que va más allá de las motivaciones políticas del exilio. A algunas de ellas les impresionó ver que aquello que conocían en la teoría se materializaba en las calles del país, destacando la cultura política del pueblo y el conocimiento sobre Brasil y otras realidades, hecho que redujo el drama del exilio y la distancia inherente al mismo. Compartir el cotidiano y transitar por diferentes espacios junto a otras mujeres chilenas, como la maternidad, la escuela de los hijos, la rutina de las compras en el mercado, entre otros, les permitió un grado de capilaridad social y de integración al tejido social haciendo una lectura de la “vía chilena al socialismo” a partir de una perspectiva que sobrepasaba el círculo político partidario circunscrito a sus compañeros exiliados.

La muerte de Salvador Allende y de la “vía chilena al socialismo” dejó un terreno fértil de memorias del exilio, las cuales demandan el espacio público para vencer el anonimato, para derrotar el olvido y resistir a la expulsión del territorio mnemónico.

Notas al pie:
  • i

    El exilio no contaba con reconocimiento jurídico, sin embargo, el día 4 de septiembre de 1969, la dictadura militar decretó el Acto Institucional nº 13 (AI-13), imponiendo el “destierro del territorio nacional de las personas peligrosas para la seguridad nacional”

  • ii

    Con relación al exilio en Brasil y América Latina se pueden citar, entre otros, Cavalcanti, Pedro Celso, Uchoa; Ramos, Jovelino (orgs.). Memórias do exílio Brasil (1964-19??). São Paulo: Livramento, 1978; Costa, Albertina de O. (org.). Memória das mulheres do exílio. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1980; Gullar, Ferreira. Rabos de foguete: os anos de exílio. Rio de Janeiro: Revan, 1998; Machado, Cristina Pinheiro. Os exilados: 5 mil brasileiros à espera da anistia. São Paulo: Alfa-Ômega, 1979; Norambuena, Carmen; Palomera, Adriana; Lopez, Ana. Brasileños en Chile durante la dictadura militar: Doble refugio 1873-1975. História Unisinos. Vol 22 N°3. Septiembre-Octubre 2018. p. 453-465; Rabêlo, José Maria, Rabêlo, Thereza. Diáspora: os longos caminhos do exílio. São Paulo: Geração, 2001; Roniger, L. 2015. Exilio brasileño, cultura y resistencia: en tiempos de aperturas trasnacionales. Projeto História, São Paulo, (53):161-181; Sznajder, M.; Roniger, L. 2013. La política del destierro y el exilio en América Latina. México, Fondo de Cultura Económica, 444 p.; Yankelevich, P. 2016. Los exilios en el pasado reciente sudamericano. Migraciones y Exilios, (16):11- 31.

  • iii

    El AI-5, fue decretado el día 13 de diciembre de 1968, lo que resultó en la restricción de las libertades y la militarización del Estado.

  • iv

    El Servicio Nacional de Informaciones, SNI, fue creado el 13 de junio de 1964, con la función de coordinar las actividades de los servicios de inteligencia y contra inteligencia del gobierno militar.

  • v

    El proyecto de “Revolución en Libertad”, del gobierno de Eduardo Frei, proponía una revolución en la sociedad chilena preservando la institucionalidad y los pilares de la democracia liberal, que no tuviera el carácter radical y totalitario de la izquierda y, menos aún, referencias al modelo revolucionario cubano.

  • vi

    Se denomina “vía chilena al socialismo” al proyecto político del gobierno de Salvador Allende que pretendía transformar la sociedad capitalista y subdesarrollada chilena por una sociedad socialista dentro de los cauces legales de la institucionalidad vigente y por la vía pacífica.

  • vii

    El CIEX, era un centro de informaciones creado en 1966, como un dispositivo de control y vigilancia sobre los brasileños opositores en el exterior, estaba vinculado al Ministerio de las Relaciones Exteriores, Itamaraty, y al Servicio nacional de Informaciones (SNI).

  • viii

    Carlos Marighella fue el líder de la Alianza Libertadora Nacional (ALN), enfrentó la dictadura brasileña usando la táctica de la guerrilla urbana. Fue asesinado en la ciudad de San Pablo por los agentes del servicio de inteligencia el 4 de noviembre de 1969; Sérgio Fernando Paranhos Fleury, policial del Departamento de Orden Política y Social (DOPS) del estado de San Pablo durante el régimen militar desde el año 1968, adquirió notoriedad por el cerco y muerte de Carlos Marighella, además por la detención, tortura e eliminación física de un número significativo de militantes de izquierda en esa época. En 1979, falleció misteriosamente en un accidente a bordo de un yate de su propiedad; Carlos Lamarca, militar del ejército, desertó en 1969 incorporándose a la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR), grupo de guerrilla armada que luchaba contra la dictadura. Participó de la guerrilla en el Vale de Ribeira, al sur del estado de San pablo, pero el cerco represivo lo obligó a desplazarse para el estado de Bahía, al noreste del Brasil. Posteriormente salió de la VPR ingresando al Movimiento Revolucionario 8 de octubre (MR-8). El 17 de septiembre de 1971, fue cercado y muerto, en la región de Brotas de Macaúbas, al interior del estado de Bahía.

  • ix

    El 04 de septiembre de 1969, fue secuestrado el Embajador de los Estados Unidos, Charles Burke Elbrick, por los grupos Alianza Libertadora Nacional (ALN) y el Movimiento Revolucionario 8 de octubre (MR-8), canjeando 15 prisioneros enviados al exilio en México; El 11 de marzo de 1970, fue secuestrado el Cónsul Japonés, Nobuo Okuchi, por la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR), libertando 5 prisioneros enviados a México; El 11 de mayo de 1970, fue secuestrado el Embajador Alemán, Ehrenfried von Holleben, por la ALN y VPR, libertando 40 prisioneros enviados a Argelia; por último el 7 de diciembre de 1970, fue secuestrado el Embajador Suizo, Giovanni Enrico Bucher, por la VPR, libertando 70 prisioneros enviados con destino a Chile.

  • x

    La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) era una entidad vinculada a la UNESCO, y se destinaba a la docencia de postgrado, a la investigación y cooperación científica en el campo de las ciencias sociales; la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), vinculada a la ONU, era responsable por monitorear, asesorar y promover políticas destinadas al desarrollo de la región; el Instituto Latinoamericano y Caribeño de Planificación Económica y Social (ILPES), creado en 1962 y vinculado a la CEPAL, reunía destacados científicos políticos y sociólogos que elaboraban estudios estratégicos destinados al apoyo de políticas gubernamentales en el ámbito del desarrollo económico y social; La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), vinculada a la ONU, estaba orientada para la Alimentación y la Agricultura, para el combate a la pobreza y, principalmente, para la erradicación del hambre en el mundo; La Escuela de Estudios Económicos Latinoamericanos para Graduados (ESCOLATINA), era el primer programa de graduación en economía de Latinoamérica, vinculado al Instituto de Economía de la Universidad de Chile; El Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria (ICIRA), vinculado a la FAO, tenía como objetivo capacitar técnicos y profesionales del área rural, así como promover estudios para el análisis de la realidad agrícola chilena. Su actuación se extendió durante los gobiernos de Eduardo Frei y Salvador Allende.

  • xi

    Roger Vekemans, de la Compañía de Jesús, llegó a Chile en 1957 y, a partir de ahí, tuvo una intensa actividad política y académica. Fundó la Escuela de Sociología de la Universidad Católica y el Centro de Estudios para el Desarrollo Social para América Latina (DESAL).

  • xii

    Almino Affonso fue Ministro del trabajo del gobierno de João Goulart y durante su exilio en Chile se dedicó a los estudios sobre sindicalismo rural; Plinio de Arruda Sampaio fue relator del proyecto de reforma agraria del programa de reformas de base del gobierno João Goulart, en su exilio en Chile, se integró al Departamento de Administración de Reforma Agraria del (ICIRA); Paulo de Tarso, ex ministro de Cultura del gobierno de João Goulart, en Chile participó en los programas del PNUD y de la FAO

  • xiii

    A pesar de motivarse por mejoramientos salariales y modernización técnica, esa sublevación evidenciaba la inquietud en los institutos castrenses por la creciente agitación política del país y del protagonismo del Partido Comunista. Después de sofocado, el líder de la rebelión, Roberto Viaux Marambio, fue llamado a retiro, sin embargo, su nombre estuvo en el centro de la conspiración que resultó en el asesinato del General del ejército Rene Schneider, un año después, el 25 de octubre de 1970.

  • xiv

    La Constitución Chilena del período contemplaba la posibilidad de que, si en una disputa presidencial ninguno de los candidatos obtuviera la mayoría absoluta, el Congreso Pleno, (en sesión conjunta del Senado y la Cámara de diputados) deberían realizar una elección para decidir entre las dos primeras mayorías.

  • xv

    En 1964, las fuerzas armadas de Brasil habían depuesto a João Goulart; en 1966, los militares argentinos interrumpieron el gobierno del Presidente radical Arturo Illia; en 1968, en Perú, un golpe de Estado liderado por el general Juan Domingo Alvarado implantó un régimen de corte nacionalista; y, en Bolivia, un golpe de Estado desatado en 1969, dejaba los destinos del país en las manos del general Alfredo Ovando Candía.

  • xvi

    El documental citado por Roque Aparecido “No es hora de llorar”, fue producido por el Departamento de Cine de la Universidad de Chile y dirigido por Pedro Chaskel y Luiz Alberto Sanz.

  • xvii

    La Escuela Nacional Unificada (ENU), fue una iniciativa del Gobierno de Allende como parte del proyecto de reforma educacional presentado después de su pose, el 4 de marzo de 1971. Pretendía impulsar una transformación integral, democrática y pluralista en la educación chilena, contemplando diversos actores del área, como los docentes, profesores, estudiantes, padres y organizaciones afines. No fue aprobada por falta de mayoría en el Congreso.

  • xviii

    La Comisión Nacional de la Verdad, en el capítulo 5, dedicado a la participación del Estado brasileño en las graves violaciones en el exterior, afirma que: “En lugar de ayudar a los brasileños a salir de Chile hacia otros países (como deseaban las nuevas autoridades chilenas), se ocupó de obtener listas de nombres y calificaciones de quienes se refugiaban en las embajadas de terceros países o se refugiaban en las sedes de organizaciones internacionales. Más que nada, la dictadura brasileña estaba interesada en los datos de salida de los exiliados, que permitirían el seguimiento de sus movimientos posteriores. (Traducción libre del autor). In: http://cnv.memoriasreveladas.gov.br/images/pdf/relatorio/volume_1_digital.pdf. Consulta en: 25/09/ 2020.

  • xix

    Los informes de ese periodo son los siguientes: CIEX 453-[B2], con fecha 24/SEPTIEMBRE/73, “Asilados brasileños. Chile. Argentina”; CIEX 456 - [A-1], con fecha 24/SEPTIEMBRE/73 “Chile. Situación interna. Asilados en la Embajada de Panamá”; CIEX 462 - [A-2], con fecha 26/SEPTIEMBRE/73, “Situación de los asilados y refugiados en Chile”; CIEX 473-[C-2], con fecha 28/SEPTIEMBRE/73, “Chile. Brasileños detenidos”; CIEX 477- [A-2], con fecha 03/OCTUBRE/73), “Asilados brasileños en las Embajadas de Argentina y México en Santiago”; CIEX 480 - [A-2], con fecha 04/OCTUBRE/73, “Chile. Brasileños detenidos”; CIEX 525- [A-1], con fecha 19/OCTUBRE/73, “Subversivos brasileños en Chile. Concesión de salvoconductos”; CIEX 526 [B-1], con fecha 19/OCTUBRE/73, “Brasileños asilados en la Embajada de México en Santiago”; CIEX 532- [A-1], con fecha 22/OCTUBRE/73 “Asilados en la Embajada de Venezuela en Santiago”; CIEX 538 - [A-1], con fecha 25/OUTUBRO/73, “Asilados brasileños. Concesión de salvoconductos”.

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Entrevistas

Beluce Belucci: Carioca, Doctor en historia económica por la Universidad de São Paulo (USP), fue miembro del Partido Comunista Brasileño Revolucionario (PCBR), estuvo exiliado en Chile, de 1970 hasta el golpe en 1973, actualmente es profesor en la Universidade Candido Mendes, en Rio de Janeiro, y coordina el núcleo de Educación a Distancia y el curso de especialización en Historia de África y del negro en Brasil.

Lucia Fernandez Lobato: carioca, Doctora en Artes Escénicas por la Universidad Federal de Bahía (UFBA), fue miembro del PCBR, estuvo exiliada en Chile de 1970 hasta el golpe de 1973. A su regreso al Brasil, fue coordinadora del Grupo de Trabajo- GT Investigación en Danza, en 2013 y 2014, de la Asociación Brasileña de Posgrado en Artes Escénicas- ABRACE, y es Consultora ad-hoc de la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo.FAPESP y de la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior CAPES.

Paulo Lincoln Leão: cearense, ingeniero, fue miembro de la Acción Popular (AP) y del Partido Comunista Brasileño Revolucionario (PCBR), estuvo exiliado en Chile, de marzo de 1971 hasta septiembre de 1973. Actualmente es consultor educativo.

Pedro Albuquerque Neto: sociólogo, cearense, fue miembro del Partido Comunista del Brasil (PCdoB), estuvo exiliado en Chile, desde abril de 1973 hasta el 12 de enero de 1974.

Ronald Lobato: carioca, economista, nació en 1942, fue miembro del Partido Comunista Brasileño Revolucionario (PCBR), fue para el exilio en Chile en 1970, fue Secretario de Planificación en Bahía, Brasil y, actualmente, vive en la ciudad de Salvador.

Roque Aparecido: paulista, sociólogo, miembro de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR-Palmares), llegó a Chile junto con los 70 expulsados del país, en un canje con el embajador suizo secuestrado. Actualmente es Secretario Regional para América Latina y el Caribe de la Federación Internacional de Sindicatos de Trabajadores del sector de Química, Energía, Minas e Industrias Diversas (ICEM).

Vera Rocha Dauster: cearense, fue miembro del Partido Comunista Brasileño Revolucionario (PCBR), en enero de 1971 llegó al exilio en Chile junto con el grupo de los 70 canjeados por el embajador suizo. Actualmente se desempeña como empresaria en el área de la publicidad.

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