Este trabajo expone las formas de colaboración y la asociación de los pueblos originarios del municipio de Chicontepec, para prevenir y enfrentar los posibles contagios de la pandemia del Covid-19. Es una investigación de tipo cualitativo descriptivo-deductivo, que combina la observación participante con el uso de las páginas de Facebook del Ayuntamiento de Chicontepec y el WhatsApp como herramientas digitales para obtener y construir datos en la investigación social en tiempos de pandemia. Se seleccionaron cinco localidades por la facilidad para obtener la información, contemplando la descripción del territorio y la colaboración entre habitantes y comunidades. Las poblaciones han enfrentado este período en aislamiento y discriminación.
This work exposes the forms of collaboration of the Indigenous Peoples of the municipality of Chicontepec, to prevent and face the possible contagions of the Covid-19 pandemic. This is a qualitative-descriptive-deductive research that combines participant observation with the use of the Chicontepec City Council Facebook pages and WhatsApp, as digital tools to obtain and build data in social research in times of pandemic. Five localities were selected for the ease of obtaining the information, considering the description of the territory and the collaboration between inhabitants and communities. The populations have faced this period in isolation and discrimination.
- Indígenas;
- crisis sanitaria;
- Redes de Colaboración;
- Chicontepec.
- Indigenous people;
- health crisis;
- Collaboration Networks;
- Chicontepec.
Introducción
Las formas de asociación entre los integrantes de las localidades indígenas, ordena y aglutina la vida comunitaria, les permite cohesionarse y sobrevivir ante las adversidades, sin importar el estrato socioeconómico al que pertenezcan o el tipo de trabajo realizado. Esta forma de aglutinamiento y cohesión colectiva de las localidades indígenas campesinas rurales, no siempre son justas para los integrantes de la localidad; los procesos no siempre son positivos para los habitantes, sobre todo para las viudas y los huérfanos. Uno de los casos más comunes es, cuando el jefe o jefa de familia fallecen, la comunidad reemplaza la mano de obra con un miembro más joven de la familia sin jefatura masculina, sin importar que estos no han concluido la primera infancia o han entrado a la adolescencia. Se trata de un control que merma la calidad de vida e incluso es violatorio de los derechos humanos.
El objetivo de este trabajo es exponer los aspectos positivos de las formas de colaboración colectiva de las poblaciones indígenas nahuas en cinco localidades del municipio de Chicontepec ubicados en la huasteca, ante la crisis sanitaria, en tanto respuesta inherente a la misma población.
Se exponen, las características generales de la crisis sanitaria; los rasgos de los pueblos originarios alejados de las ciudades; también la realidad que los impulsa establecer las redes de colaboración, entendido como el grado de cohesión de un grupo de personas para lograr fines de beneficio colectivo y comunitario. En seguida se describen los pasos seguidos en la construcción del conocimiento, esencialmente cualitativo, descriptivo-deductivo, elaborado por una parte con observación participante y con la página de Facebook del Ayuntamiento de Chicontepec y el WhatsApp como herramientas digitales complementarias para acceder al conocimiento sobre las medidas implementadas para reducir el número de contagios por la COVID-19 en las localidades indígenas del municipio en estudio, y permiten ilustrar las respuestas de las poblaciones originarias y la importancia del sujeto localizado en su territorio.
Los hallazgos indican que las microsociedades entablan vínculos entre los integrantes interesados e implicados para el logro de los objetivos comunes. La colaboración reivindica la cohesión y la unidad de las localidades rurales como un proceso de articulación para enfrentar el Covid-19, como colectivos asociados cuyas respuestas están retomadas en las acciones de los gobiernos locales y las del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El trabajo se enmarca en la disciplina de las Ciencias Sociales sobre poblaciones originarias de microterritorios marginados, rurales e indígenas que por falta de infraestructura carretera, carencia del agua por sequía y sin tubería a las inmediaciones de los hogares, y centros hospitalarios, que los convierten en grupos poblacionales de alta vulnerabilidad para contraer Covid-19 como infección comunitaria, porque inicialmente fue asociado a la importación con los viajes al extranjero, realizado por un sector de la población en condiciones económicas diferentes a los pueblos originarios.
La crisis sanitaria en México
En diciembre del 2019, el mundo recibe la noticia de que en Wuhan, una región de China, aparece un paciente con un virus producto de una mezcla del manejo de animales silvestres y domesticados, comestibles en un mercado local, al que se le atribuyó en un primer momento la aparición del virus llamado coloquialmente como COVID-19, porque el primer paciente detectado ocurre en diciembre del 2019. El virus, lejos de ser controlado, se propagó en diversos países; Italia comenzó a padecer las mayores afectaciones, seguido por España y el resto de los países en diversos grados (Gobierno de México, 2020).
Ante la situación de emergencia, México aceleró la suspensión definitiva de las actividades que por su naturaleza demanda concentraciones de la población en diversos sectores como el educativo y siguió con los días, sobre las actividades productivas consideradas no esenciales, entre los que destacan: la construcción, la recreación, los servicios de hoteles y restaurantes, la producción industrial, las actividades deportivas. Este paro de actividades ha contraído a la actividad económica en más de 4%, afectando a más de 50, 000, 000 de trabajadores que se agrupan en más de 400 funciones laborales (DOF, 2020) (INEGI, 2020).
México conservó como actividad esencial la venta de combustible, las prácticas del sector agropecuario como la producción y proveeduría de alimentos ─la excepción fue la industria cervecera─, la industria de productora de enlatados, embutidos, harinas, lácteos y sus derivados.
El inicio de la cuarentena que pasó a convertirse en confinamiento modificó diversos aspectos de la vida de las poblaciones, particularmente las del mercado laboral como garante del ingreso para cubrir las necesidades de la canasta básica. En México, sólo una ínfima proporción de la población puede realizar sus actividades en el distanciamiento social y no supera 20% del total de ocupados al momento de la proliferación del virus. Estudios recientes indican que la población en condiciones de realizar trabajo en el distanciamiento social se concentra en la Ciudad de México, Nuevo León y Jalisco caracterizados por el uso de tecnologías de información. El grueso de la población mexicana se ocupa en actividades operarias y precarias que demandan la presencia del trabajador en el centro laboral como es el caso de las poblaciones indígenas.
México inició el confinamiento en marzo del 2020, y un año y meses después dio paso a una “nueva normalidad”, precisamente porque en un país de millones de pobres, se demanda la reactivación de actividades no esenciales, pero son la fuente de ingresos de millones de familias como la industria automotriz, la construcción y la minería (DOF, 2020).
Las condiciones en que los pueblos originarios enfrentan el Covid-19 son totalmente opuestas a las apreciaciones generales de la sociedad mexicana, esencialmente por movilidad de mano de obra y de mercancías. Es decir, hasta los lugares marginados, el virus llega a través de las personas que son mano de obra que labora en las ciudades y se ha visto obligada a dejar sus puestos de trabajo frente a las decisiones de la autoridad sanitaria o a través de la proveeduría de diversas mercancías perecederas y no perecederas. Desmovilizarse no es posible para la población en general, particularmente si la sobrevivencia de los pueblos originarios depende del trabajo de los movilizados a la ciudad y por lo tanto, cotidianamente enfrentan el dilema de salir a trabajar para alimentarse o morir.
Características generales de los pueblos originarios
En México habitan más de 6, 000, 000 de indígenas; es una población joven porque el 50% tiene menos de 30 años; por tamaño de población, predominan los nahuas, seguido por los mayas, las lenguas mixtecas y zapotecas. El promedio de hijos vivos por mujeres indígenas de 15 a 49 años oscila entre 2.7 y 3.3. Si bien, la presencia de los indígenas está en todo el territorio mexicano, se concentran en Oaxaca (18.1%), Chiapas (15.8%) y Veracruz (10.1%) particularmente en Tantoyuca, colindante con Chicontepec (INEGI, 2010) (INEGI, 2020).
Los indígenas de las localidades estudiadas son una población de alta movilidad por trabajo, generalmente hacia las ciudades de mayor desarrollo económico. En el caso de los indígenas nahuas de las localidades de Chicontepec, el principal destino es la Ciudad de México (antes Distrito Federal). Destacan los de 12 y más años en la búsqueda de mejores ingresos para enfrentar la pobreza.
Las ocupaciones principales de los indígenas en general en los lugares de destino son precarias (las mujeres representan el 24.9% y el 74.8% de los hombres) en la participación económica; destaca el servicio doméstico, la jardinería, la construcción y el comercio por cuenta propia; también se desempeñan como jornaleros y peones, obreros y empleados, trabajan en un negocio propio o en el predio familiar sin pago; sólo el 1.7 son patrones (0.7% de mujeres y 1.0% de hombres). Las horas trabajadas oscilan entre 15 y 48 horas semanales y sólo el 25% cuenta con derechohabiencia del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la mayoría depende de los servicios de salud del gobierno como el extinto Seguro Popular y son escasos los que reciben atención médica en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) (INEGI, 2010) (INEGI, 2020).
El trabajo no remunerado de producción de bienes y servicios para los integrantes de la familia y que se realiza dentro y en los márgenes del hogar es de predominio femenino con el 74.1% y sólo el 2.6% de varones; también está contemplada como ocupación no remunerada los estudiantes (11% de mujeres y 40.7% hombres); los jubilados o pensionados (0.5% de mujeres y 4.6% de hombres), incapacitados para el trabajo (0.6% mujeres y 3.3% de hombres).
En México hay más de 2 millones de hogares indígenas, predomina el nuclear con el 50.7%. Además es el sector de población que más discriminación padece por el tono de piel, el habla, la estatura, la forma de vestir y la clase social.
Marco teórico
Los procesos de articulación inherente de los sujetos para lograr un bien común de un determinado colectivo en las sociedades indígenas sólo puede ser entendido desde la perspectiva sociológica de la cultura, en tanto significación de la realidad, referido al conocimiento, las costumbres, los valores y las prácticas de aspectos diversos por los integrantes de una sociedad y conforman el todo, y se transmite de generación en generación.
La transmisión de las formas colectivas de vida se aprende mediante la observación, con la conversación, y la interacción con el resto de los integrantes de la sociedad, que otorgan la capacidad de otorgarle significado. La significación puede ser verbal y no verbal y de diversos aspectos de la realidad, ejemplos son la religión, el trabajo, la economía, la política, la cooperación y la solidaridad comunitaria.
Las formas de cooperación entre individuos y de estos como comunidades, son una acción colectiva racional instrumental. Weber (2006: 19) distingue la racional como medio para un fin determinado. “Esta acción racional dirigida a la consecución de un fin, calculando y eligiendo los medios adecuados” es conocida como acción racional-instrumental (zweckraational). Generalmente la acción racional para fines de obtención de un beneficio es empleado en la economía tanto en los empresarios y los consumidores; el productor de mercancías para considerar los costos de inversión que permitan lograr un beneficio mayor; y el consumidor para previendo las implicaciones de sus decisiones al adquirir un producto concreto. La esencia de esta racionalidad es la consecución o lograr determinados resultados por una acción específica dirigida a obtener benéficos concretos, tal es el caso de la asociación entre individuos y comunidades ante la crisis sanitaria.
Los habitantes en colectivo como seres humanos ejercen un determinado comportamiento desde la comunidad, encaminado a impedir que algo externo los impacte de forma negativa, es decir, ejercen una acción social (Weber, 2006), en este caso se trata de la COVID-19. Evitar o contener un impacto que deteriore al ser humano en lo individual y en lo colectivo, se concreta a través de la colaboración colectiva, es decir, el grado de vinculación entre los integrantes de un colectivo.
La asociación permite conocer “…las formas de cooperación y transmisión del conocimiento” como medio para lograr fines comunes. Una red comunitaria, colectiva o social es entendida como la relación que entablan dos o más personas con el fin de ayudarse para ejecutar cualquier actividad de interés común; las redes se establecen alrededor de los vínculos de confianza y de poder. Las relaciones de cooperación se edifican por la interacción en espacios comunes por los integrantes de un colectivo, comunidad o sociedad, identificados como actores con intereses comunes para la implementación del conocimiento sobre un tópico específico (De Gortari y Santos, 2010: 13).
Las redes son producto de una construcción por el intercambio entre un grupo de población o entre grupos con intereses comunes o afines en el desarrollo del conocimiento para fines específicos de mejoramiento de los procesos sociales, apreciándose una transacción del conocimiento tácito; las redes permiten incorporar conocimiento para mejorar las formas de articulación de los colectivos comunitarios.
En asuntos colectivos comunitarios de salud, se efectúan contactos con autoridades sanitarias, autoridades municipales, autoridades locales formales y de usos y costumbres y por supuesto los habitantes integrantes de las comunidades, para fortalecer los lazos y el entrelazamiento del conocimiento de los procesos que beneficiará a los integrantes de la sociedad; se atienden los procesos de negociación e interacción de los actores para los procesos comunes; involucra los recursos materiales y las capacidades acumuladas por cada uno de los participantes y los marcos referenciales de los actores, en la medida que favorecen las estructuras del área de poder y la emergencia de las reglas, las normas y las convenciones como marco de acción de los actores involucrados; y los atributos de los actores (De Gortari y Santos: 2010: 13).
Las redes proveen a los involucrados conocimiento aprovechado basado en la experiencia, forja la identidad comunitaria, se reestablecen las relaciones sociales entre los miembros, la interacción con instituciones públicas y privadas. Las redes son esenciales para la acción social, la supervivencia y la mejora, en función de la capacidad de vincularse entre los actores, es decir, la población, los agentes públicos y privados. Las redes para la acción social identifican los grupos de apoyo, iniciando con las familias donde yacen los vínculos más fuertes; el segundo son los actores institucionales que ofrecen estrategias encaminado a resultados. El tercer grupo de apoyo se establece con los actores de la localidad.
Método
El estudio se realiza en cinco localidades del municipio rural de indígenas nahuas de Chicontepec, perteneciente al Estado de Veracruz, ubicado en el Golfo de México que fueron seleccionados por la accesibilidad de la información disponible de proyectos previos como El Aprovechamiento de los Recursos Naturales como fuente de ingreso para la población. Se recurre a la información del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) para caracterizar a la población estudiada e identificar los microterritorios que entablan formas de asociación ante la COVID-19.
Se trata de una investigación cualitativa, deductivo-descriptivo porque se toman las investigaciones existentes sobre la significación de las formas de cooperación como conocimiento verdadero para comprender las respuestas ante la COVID-19 de las poblaciones originarias con la observación no participante realizado antes de la pandemia y el uso complementario del WhatsApp y el Facebook del Ayuntamiento de Chicontepec y de un canal de televisión local asumidos como herramientas digitales complementarias para la investigación social.
La investigación cualitativa demanda sensibilidad para estudiar la vida de los pueblos indígenas también identificados como pueblos originarios por ser sociedades originales del territorio mexicano, caracterizados por conservar su propia cultura pese al avance de la religión católica y la educación brindada por un tercero que es el Estado mexicano. Además requiere una visión que rescate la importancia del sujeto en sociedad y en los significados que le otorga a su realidad, de la que se efectúa un registro descriptivo para comprender los procesos de las comunidades seleccionadas como un caso (Cruz, 2018).
Las redes sociales como el Facebook, es considerado en este trabajo como una herramienta digital de la investigación para conocer las formas de las respuestas colectivas los pueblos originarios respecto a la COVID-19 que mantiene a los sujetos en investigación como poseedores de la información sobre formas de cooperación en pandemia y a los investigadores en tanto constructores de objetos del conocimiento, en aislamiento y distanciamiento social. Lo digital como herramienta complementaria, implica mantener la claridad de nuestra presencia en distanciamiento, que permite acceder al conocimiento de la significación, asumiendo como campo del conocimiento complementario a las redes sociales donde se comparten las medidas oficiales para enfrentar el Covid-19.
Estas páginas de las redes sociales registran y comparten las noticias de los medios de comunicación locales que publican aspectos de la pandemia, como las decisiones de las microempresas, el gobierno municipal y las autoridades de las localidades que van más allá de la Guía Comunitaria ¿Cómo enfrentamos la crisis de Covid-19? Consideraciones para organizaciones y comunidades indígenas para responder al Covid-19 del BID (2020) e incluso son discriminatorios y violatorios de los derechos humanos.
El WhatsApp también fue incorporado como herramienta para obtener datos con cinco familias, con las cuales se efectuaron las videollamadas, llamadas y mensajes, respecto a las acciones concretas en tanto respuestas diversas de localidades indígenas frente a la crisis sanitaria.
La desventaja de usar las herramientas digitales es que impide el contacto cara a cara, no mirar las acciones de los pueblos ante la pandemia en tiempo real, pero permite cumplir el rol de agente externo, atender a las medidas sanitarias impuestas por los gobiernos pero manteniendo la construcción del conocimiento en la pandemia con responsabilidad y respeto.
Hallazgos
Las localidades de Tzicatipa, Chamola, Cuamixtla, Zacateno y Sayoltepec pertenecen a Chicontepec, un municipio en Veracruz compuesto por 512 localidades, de las cuales sólo una es considerada urbana y la población es predominantemente indígena náhuatl.
Con 520 metros sobre el nivel del mar, Chicontepec rodeado por los municipios de Benito Juárez, Tantoyuca, del mismo estado y el Ayuntamiento de Huautla, del Estado de Hidalgo, es un pueblo donde la significación se encuentra en el nombre del municipio, que proviene de:
Chicome (siete), Tépetl (cerro) y la C (en), traducido es en siete cerros, dibujados en la orografía natural de la zona serrana
Chicontepec es parte del microterritorio conocido como la Huasteca, adoptada por la orografía; las características ecológicas; los elementos culturales como la lengua, las etnias, el tipo de comercio y los usos y costumbres que determinan los aspectos políticos de la zona (Del Campo, 2006: 19). La población del municipio supera los 50, 000 habitantes (26, 729 son hombres y 28, 253 son mujeres) es un multiétnico. Si bien, de la población total, 48, 318 habitantes, es decir, el 87.9% habla una lengua indígena (INEGI, 2010), la mayoría son indígenas nahuas, incluso se comparte el territorio con huastecos, otomíes, totonacas y tepehuas (Báez-Jorge y Gómez-Martínez 2000) (Del Campo, 2006: 20).
La significación de la sociedad de Chicontepec ha sido investigada por Baez-Jorge y Gómez-Martínez, 2000 en Cruz y de Luna, 2018) quienes inician con la visión sobre el origen del mundo en las cinco eras del universo para las humanidades vinculados a Ompacototzih “el Dios Doble”. La primera emergió de una pareja de barro elaborada por los dioses que se alimentaban de piedras y tierra, destruido por las fieras (tecuanimeh). Los sucesores son los humanos de papel alimentados de cortezas de árboles, azotados por huracanes como causantes de su extinción; ante su muerte los dioses elaboraron a los seres de madera de cedro, cuya alimentación descansaba en el ohxihtli (ojite), pero fueron exterminados por el fuego; de esta manera llegó la cuarta generación de la humanidad emanado de tubérculos cocidos y amasados, que alimentaban comiéndose unos a otros y fueron destruidos por inundaciones como castigo por practicar el canibalismo. Y la quinta generación lo forman los hombres y mujeres actuales concebidos por Ompacatotiotzih con apoyo de otros dioses, creados con huesos de los ancestros, pasta de maíz, amaranto y frijol que se convirtió en el sustento base, cobrando vida con el auxilio divino expresado en la luz del sol, el viento, el fuego y el agua, elementos que destruyeron a las anteriores humanidades y se ordenó el cosmos.
La significación que le otorgan a la humanidad, se conjuga con las concepciones de la religión cristiana católica, ya que 91.2% de la población sostiene pertenecer a esta religión (INEGI, 2010) y coexiste con los aprendizajes adquiridos en la educación formal a cargo del Estado mexicano.
En la concepción del mundo indígena náhuatl están presentes en las acciones gubernamentales locales, mediante la promoción de diversas actividades por parte del Ayuntamiento, consideradas celebraciones relevantes como el Xantolo (Día de Muertos) realizado del 28 de octubre al 5 y el 14 de noviembre y el Día del Meco realizada en la primera quincena de febrero.
La población económicamente activa es de 17, 757, de los cuales 2, 491 son mujeres, que realizan trabajo de contacto. El trabajo remoto no existe ni para los maestros rurales, que asisten periódicamente a las localidades a entregar cuadernillos para ser trabajados por los alumnos con las madres porque “Aprende en Casa” no ha tenido bueno recepción.
Aquí no todas las mamás ayudamos a los hijos. Unas porque no saben leer, otras porque hablan más nahuátl y las clases son en español, o no saben encontrar el canal, total a todo le encontramos algo. Creo que ya depende de los padres que los hijos aprendan mientras dura esta pandemia, siempre hemos dependido de los maestros en todo. Algunos (de los maestros) vienen a dejarnos cuadernillos, es la manera más sencilla para poder ayudar a los hijos y las hijas. Otros de plano no se reportan, solo esperamos que no estén enfermos de COVID. Para los niños es cansado estar en confinamiento y eso que aquí en los ranchos pueden jugar en el patio pero extrañan a sus amiguitos, el ambiente de la escuela pues (Madre de familia 1 de Sayoltepec, julio del 2020).
Un total de 20, 167 mujeres están clasificadas como población económicamente activa (INEGI, 2010), aunque en lo real en esta zona rural como en muchos otros espacios, las mujeres realizan diversas actividades productivas y de servicios no remuneradas, son actividades de contacto y sin distanciamiento social como las de administración, el acarreo de agua de los pozos, arroyos y manantiales, limpieza, cuidado de los integrantes de la familia, proveen asistencia y garantizan el desarrollo humano de los integrantes de la familia, desde los más jóvenes hasta los adultos mayores en decrepitud. Incluso ir a la milpa al deshierbe y a la cosecha de los granos básicos, en las cuales se puede guardar distancia pero se realizan fuera del hogar.
Con el COVID-19 nos despertamos igual, muy temprano, porque aquí los que trabajan tienen que ir y venir, aquí nada de trabajar por internet. De las comunidades que colindamos, sólo 2 mujeres maestras trabajan por internet, los demás se tienen que ir hasta donde hacen lo que les toca en el trabajo. En la cabecera municipal, el internet falla mucho. Las que nos quedamos en la casa, pues corremos todo el día del bracero (fogón) a la televisión y al cuadernillo. En mi caso, mi niña si la pongo a ver las clases en la Televisión y hace sus trabajos en su cuadernillo. Tengo que estar sentada con ella para que no se distraiga, hacer las actividades con la niña. Así estamos de lunes a viernes, desde las 8 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Entonces pues tengo que ver cómo atender todo lo que me toca de la casa. Antes de la pandemia, era diferente, porque me iba a lavar, limpiaba mientras la niña estaba en la escuela. Y eso que es una de kínder, ¿dónde hay hasta 5 niños, en diferentes grados, con una sola Televisión? es una locura (Familia 1 de Chamola, 2020).
En estas sociedades marginadas y de precariedad, las mujeres (niñas, adolescentes y en edades reproductivas) se encargan de la siembra y cuidado de los frutales (papaya, mandarinas, naranjas) y raíces (yuca, quexquelite) y ornamentales (flores como mano de león, zempoalxochitl, margaritas, rosas, entre otros), es decir, se trata de actividades que no se realizan en los márgenes de la casa, pero se guarda distanciamiento social, considerando que cada solar donde se edifica la vivienda supera los 2000 metros cuadrados.
En tanto, los hombres suelen estar en mayor riesgo por la cercanía que demanda sus actividades asalariadas y no asalariadas, realizadas fuera del hogar y de cierto distanciamiento social al centrarse en el desmonte, siembra, cosecha y venta del maíz y frijol, que son los principales granos básicos que constituyen la alimentación de la población indígena que apenas supera las 21, 000 hectáreas de maíz con un rendimiento inferior a una tonelada por hectárea y un precio medio de casi 300 dólares por tonelada. En cuanto al frijol, apenas se supera las 3, 000 hectáreas con un rendimiento de 0.6 toneladas a un precio medio regular de 700 dólares por tonelada (Cruz y de Luna, 2018).
También sin contacto, con distanciamiento pero fuera del hogar se cultiva el café, los cítricos (naranja, mandarina y limón), la caña, papayas, ciruelas, mangos, hortalizas para el consumo familiar o complemento del ingreso por las ventas al menudeo. Incluso se benefician de 32 productos forestales no maderables silvestres para el autoconsumo y/o la venta como la anona (similar a la guanábana pero de menor tamaño), el capulín, el epazote, las especias y hierbas medicinales, el estropajo, el guaje, hoja de plátano, lima, yuca, zapote, el pemuche, el ocoxiltli (ojite de aspecto redondo y con sabor a papa), el chiltepín (ají/picante) y la yuca ya domesticada (Cruz y de Luna 2018).
La población es de vestimentas variadas. En la población de los adultos mayores (60 y más) son de manta blanca en los varones y en las mujeres de faldas con detalles coloridos inspirados en la flora y la fauna del lugar; en la población de 40 a 59 años dominan los vestidos floreados a la rodilla de colores intensos, con holanes en el pecho y guaraches de hule, algunas obsequiadas por el Gobierno Federal, de pelo recogido con el que arman una trenza, con aretes medianos entre ovalados y redondos, con un rebozo, negro, café o gris de bajo presupuesto, que concluye el adorno con delantal. En la población joven (de 18 a 39 años) son de mujeres con blusas de colores lisos o floreados en tonos pasteles, acompañadas de pantalones de mezclilla, generalmente predomina el azul, de zapatos o guaraches de hule, con pelo recogido completamente o con copete y pequeños aretes. De varones jóvenes en la moda de los jeans, las playeras estampadas o camisas de la ciudad.
Del conjunto de localidades de Chicontepec se tomaron un grupo de localidades colindantes para ilustrar el proceso de articulación para enfrentar la pandemia del COVID-2019 en el municipio caracterizada por la pobreza y la marginación.
En estas sociedades indígenas de pobreza y marginación (el 74.2% de las familias reciben transferencias gubernamentales según el INEGI, 2010) solo es posible enfrentar el COVID-19 con acciones en dos niveles de coordinación entre los integrantes de las familias y como comunidades a través de las autoridades indígenas y las acciones emprendidas por el gobierno mexicano (en el Federal, Estatal y Municipal).
A nivel país, las estrategias del gobierno se pueden resumir en el inicio de la cuarentena con suspensión definitiva de todas las actividades consideradas no esenciales, conservando las de la alimentación por la amenaza de importación del virus, la implementación de una página de internet sobre la COVID-19 dónde se registran todas las medidas ante el contagio comunitario con el confinamiento prologando y el inicio de la nueva normalidad (DOF, 2020).
Las acciones y medidas en los pueblos originarios, iniciaron con los encuentros entre el Ayuntamiento y los agentes municipales ─una figura existente que se encarga de la seguridad colectiva, reconocida y aceptada por el Ayuntamiento y la comunidad específicamente, generalmente su papel consiste en conciliar conflictos que se generan entre integrantes de las comunidades, sea por agresión física o verbal, conflicto de intereses, invasiones, otros; el acceso al cargo, revocado cada dos años, se da por elección en asamblea por voto libre y visible; es necesario ser mayor de edad y preferentemente ser jefe de familia y llevar una vida honorable y respetada, claramente aceptada por la comunidad─ encaminados al bienestar de la comunidad.
Las acciones racionales para enfrentar la COVID-19 considerada como “enfermedad que viene de fuera” (Familia 1 de Tzicatipa) se tradujeron en extremar la limpieza en los espacios privados (los hogares) y los espacios públicos (caminos, veredas, carreteras, espacios deportivos, escuelas y centros de salud) supervisado por las autoridades sanitarias.
El personal de enfermería asignado para las localidades del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) del rubro Programas del Bienestar brindo cursos y talleres para la elaboración de cubrebocas.
Con el establecimiento de roles de guardia se fortaleció la vigilancia de los límites territoriales del municipio, tomando la temperatura a las personas procedentes de otros municipios y ciudades que, por comercio, distracción, visitas u otros procedimientos acude al municipio. Es decir, se cerraron, los límites territoriales locales y que comunica con otras localidades, esto incluye carreteras pavimentadas, terracería y veredas. El comercio y los procesos productivos quedaron limitados a los habitantes en su propia localidad (ver Figura 2).
El transporte foráneo que diariamente moviliza a 200 pobladores del municipio a diversos puntos de la República Mexicana por trabajo, estudios y diversos procesos, detuvo operaciones de manera parcial, a grado de mover entre 60 y 90 personas diariamente.
Las medidas acordadas incluyen la comunicación con la autoridad de la localidad continúa; y de este con otra comunidad vecina y así sucesivamente hasta proteger sus pequeños espacios, estableciendo redes de colaboración. Para ilustrar tomamos a las localidades de Tzicatipa (a), Chamola (b), Cuamixtla (c), Zacateno (d) y Sayoltepec (e) por el grado de cohesión lograda entre ellos y para servir de ejemplo al resto de las comunidades. El vínculo se inició por el acuerdo logrado en tanto microterritorios colindantes que coinciden en la pertinencia de colaborar por el bien de la salud comunitaria y coincidir en la viabilidad de implementar medidas propias (ver Figura 3).
Las comunidades involucradas para establecer vínculos ante la COVID-19 son consideradas rancherías a excepción de Chamola. En este caso no se puede hablar de un dominante y centralizador, porque Tzicatipa (a) es una ranchería pequeña en cuanto a tamaño de población respecto a Chamola (b), Cuamixtla (c) y Sayoltepec (e) (ver Cuadro 1) pero comparten el interés común de permanecer sanos de coronavirus los llevó a comunicar las medidas comunes acordadas.
Clave de localidad | Nombre de la localidad | Población total | Población masculina | Población femenina | |||
---|---|---|---|---|---|---|---|
2010 | 2020 | 2010 | 2020 | 2010 | 2020 | ||
0037 | Chamola | 145 | 158 | 72 | 85 | 73 | 73 |
0132 | Cuamixtla | 90 | 87 | 40 | 41 | 50 | 46 |
0193 | Zacateno | 44 | 36 | 22 | 16 | 22 | 20 |
0310 | Tzicatipa | 90 | 99 | 41 | 48 | 49 | 51 |
0090 | Sayoltepec | 160 | 163 | 80 | 77 | 80 | 86 |
Total | 529 | 543 | 255 | 267 | 274 | 276 |
Fuente: elaboración propia con datos del Censo de Población y Vivienda del INEGI, 2010 y 2020.
Todo empezó con el Agente Municipal, nos convocaron a asamblea y nos dijo que debemos cuidarnos, por eso estuvimos de acuerdo que vaya con el Agente Municipal de Cuamixtla, de Chamola, con los que colindamos pues; y de ahí se acomodaron entre ellos y con otros. En Ahuatitla, como ya es Hidalgo, ahí de plano cerraron, no dejan entrar ni a los que trabajan en Chicon, se tienen que quedar a dormir en el suelo en sus trabajos o donde encuentren porque ahí sí no dejan entrar, tienen cerrado con rateas (sogas) y piedras, como en muchos lugares, porque no queremos esa enfermedad que viene de lejos. Otros lugares como Sayoltepec pensaban multar con 2000 pesos (alrededor de 100 dólares)” (Adulta Mayor 1 de Tzicatipa, 2020).
Las medidas acordadas e implementadas en común por estas localidades a través de la comunicación permanente entre los agentes municipales y la participación de los integrantes de las familias son redes de cooperación comunitaria (no empresariales), pensadas, reflexionadas, es decir, formas de establecer lazos, respuestas inherentes a los miembros de las localidades, para el bien comunitario pero sin remuneración; se realizan de forma automática, porque se aprendió y les fue transmitido de acuerdo al sexo desde edades tempranas con la práctica, la observación y las pláticas sobre la importancia de la ejecución de diversas actividades en colectivo para preservarse como especie cuidando la salud y el bienestar en general de quienes integran la comunidad, una vez que han concluido la educación Primaria o 7 años de escuela y siempre sí y solo sí dejan de continuar con su educación otorgada por el Estado.
Los roles establecidos desde la formación de los pueblos originarios, indican que la colaboración comunitaria de acuerdo al sexo se traduce en que los hombres jefes de familia se encargan de la limpieza y el orden de los espacios públicos como el tránsito seguro en los caminos, las veredas, las carreteras de terracería, el traslado de enfermos, la sepultura de muertos, en menor intensidad, de la construcción de viviendas de producto forestales maderables; tumbar monte, preparar la tierra, deshierbar, cosechar y acarrear la producción de granos básicos entre quienes integran la comunidad.
Bajo la tutela de las mujeres se encuentran la limpieza de los arroyos, los pozos y los manantiales que les garantizan el cuidado del aseo personal, el mantenimiento de la ropa y disponer de agua para consumo humano, en suma, preservan la salud de todos los integrantes de la comunidad. Además se encargan de producir bienes y servicios en el hogar propio.
De la misma manera participan en la vigilancia y cierre de los límites de las localidades tanto en terracería, caminos y veredas conocidas, usadas generalmente por la población y otras con potencial de uso; vigilancia permanente en los accesos principales a las comunidades; integrar equipos de hasta 5 personas para el resguardo del acceso a la comunidad, donde participan hombres y mujeres; colocar arbustos y sogas en los accesos de terracería para evitar el acceso de vehículos ajenos a las comunidades o provenientes de la cabecera municipal; permitir el acceso a vehículos a las comunidades siempre y solo si son proveedores de agua embotellada para facilitar el acceso al líquido por la sequía sumada al coronavirus o por venta de otros víveres de consumo humano; impedir el tránsito de personas de otras comunidades; es desplazamiento de la población a la cabecera municipal y a otras comunidades quedó permitida a la población trabajadora asalariada, pero cerrado a otros municipios; la población que se desplazó de la ciudad a las comunidades de origen por quedarse sin empleo, descanso forzado, vacaciones adelantadas debe entrar a resguardo por 14 días o en caso de incumplir, retornar a la ciudad.
En la “nueva normalidad” los habitantes de estos pueblos originarios mantienen restringida las actividades; pero se flexibilizó la vigilancia de algunos los caminos, el transporte escasea, el comercio continua limitado, el acceso a la cabecera municipal demanda y exige uso de cubre bocas, se asiste al hospital sólo en caso de emergencia, las actividades no esenciales pero necesarias por representar un ingreso siguen detenidas y al miedo y la zozobra se ha sumado el dengue.
Aquí se escucha poco de esa enfermedad. Hay pocos muertos, pero sí hay y ya no sabemos si es COVID-19 o es Dengue que se presenta con los mosquitos. Se calma el asunto pero, de repente se han muerto uno tras otro. Más de 20 se han muerto en todo el municipio porque se fueron a un bautizo a otro lugar, tuvieron que salir lejos porque se ocupa o los visitaron en Xantolo (Día de Muertos) o en Navidad, pero ya se escucha poco. Ya podemos ir a visitar a la familia en otros pueblos, de aquí cerca, ya no nos dicen nada y ya no pedimos permiso. Eso sí, usamos cubre boca a ir al mandado al centro (cabecera municipal) (Familia 1 de Sayoltepec, 2020-2021)
Los reportes oficiales indican que Chicontepec ha acumulado 108 casos positivos y 21 defunciones (Secretaría de Salud del Estado de Veracruz, 29/03/2021). “Pero ya no se ha sabido de casos, pero no bajamos la guardia, hay que cuidarse” (Familia 1 de Tzicatipa, 2021).
Las acciones emprendidas por las localidades indígenas tienen aspectos de la declaración del BID para enfrentar la pandemia en pueblos indígenas de Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, Bélgica, España y Portugal. En la guía para enfrentar el COVID para los pueblos indígenas además de explicar los rasgos del virus, se destacan las acciones para protegerse mediante el fortalecimiento de la organización comunitaria con la creación de un comité de emergencia para coordinar las acciones comunitarias; generar un cerco o coordinación de protección con las autoridades locales como el Ayuntamiento, la policía e indígenas para cerrar o controlar la entrada y salida de las personas con guardias voluntarios; controlar el regreso de las personas que viven fuera de la comunidad poniéndoles en aislamiento de 14 días; controlar el ingreso de proveedores e intermediarios para la compra y venta de alimentos, creando comités de enlace; aplicando reglas de sanidad para los proveedores para garantizar la desinfección; el tapado de nariz y boca; y coordinarse con las autoridades del sector público para la entrega de productos y servicios para la prevención del virus; y evitar a concentración de grandes grupos de personas (BID, 2020).
Las acciones implementadas por el BID evidencian que están pensadas desde lo rural indígena; pero ante la pandemia pese al acompañamiento o guía de las autoridades sanitarias, los pueblos se articulan para contener el daño del coronavirus como agente externo que pone en riesgo la existencia misma de la humanidad junto con las lenguas indígenas. Las acciones han pasado de “no bajes la guardia” a “No te confíes, cuida tu salud”.
Adicionalmente el gobierno en sus diferentes niveles ha contemplado acciones como el adelanto de las transferencias gubernamentales como Becas Benito Juárez o Pensiones de Adultos mayores que beneficia también a los indígenas. Además el Instituto de los Pueblos Indígenas (INP), elaboró una guía para atender a los pueblos originarios y afromexicanos en 51 versiones y se entregaron paquetes alimentarios (CEPAL, 2020).
Las acciones colectivas de los pueblos originarios para proteger la salud de sus integrantes, también han sido consideradas como respuestas autogestivas, producto de las formas tradicionales de gobierno para prevenir y cuidar lo individual y colectivo, pero sin romantizar los usos y costumbres en un municipio de Oaxaca (Barabas, 2020). No obstante, resulta complejo cuantificar a la población indígena porque la concepción existente entre quienes se asumen como grupo poblacional que habla una lengua indígena y los que se consideran indígenas en tanto autoadscripción pero no necesariamente hablar una lengua (Ramos, 2020).
Los pueblos originarios como entidades pluriétnicas y pluriculturales basan el cuidado de su salud en propia cosmovisión y saberes ancestrales en medicina tradicional pero la COVID-19 también es desconocido en estas sociedades, donde las ocupaciones son precarias (Acosta, 2020).
A manera de reflexión
Las formas de cooperación no necesariamente son empresariales o de corte productivo. En el caso de las comunidades indígenas la racionalidad ante la COVID-19, conlleva respuestas diversas y con los recursos disponibles frente a lo que consideran como una amenaza externa, de fuera que pone en riesgo de la salud de los indígenas y con ella la misma lengua.
Si bien el confinamiento limita el trabajo con las comunidades y sus integrantes, el Facebook y el WhatsApp se convierten en herramientas de investigación complementarias para conocer las condiciones en que los pueblos enfrentan la pandemia.
Por ello, se articulan como integrantes de las familias de las localidades con las autoridades reconocidas, aceptadas y con otras comunidades como un proceso de cooperación colectiva para el cuidado de la existencia misma como especie.
Las acciones implementadas de forma comunitaria de los indígenas nahuas son decisiones racionales dirigidas a la consecución como fin, mantener la salud, para lo cual se vinculan en encuentros realizados en espacios públicos comunes (Casa de Salud, Espacios deportivos, el patio de la escuela, otros) para compartir apreciaciones sobre un tópico concreto, como el COVID-19, del que se obtienen acuerdos sobre acciones consensadas para obtener un beneficio colectivo.
La población contempla la disponibilidad de los recursos materiales para efectuar y poner en práctica los acuerdos en la comunidad, incluso el vínculo con otras autoridades de localidades vecinas para lograr un beneficio mayor, mediante la ampliación del espectro del conocimiento con más familias.
La población indígena nahua en colectivo determina ejercer acciones comunes que impidan efectos devastadores del COVID-19 en la saludad de los integrantes de las familias y como colectivo. Por ello, establecen formas de cooperación y conocimiento a partir de las asambleas por comunidad convocadas por el agente municipal ante la inquietud de las familias; de estos con otras autoridades-comunidades para ampliar el abanico de propuestas, valorarlas e implementarlas como sociedad sin agua entubada, sin drenaje, con dificultades para quedarse en casa y mantener la higiene como demanda la autoridad sanitaria.
La relación de cooperación es de familias-autoridad, autoridad-autoridad, autoridad-familias, autoridad-comunidad en diversas etapas, que les permite ejecutar acciones de interés y protección común, basados en relaciones confianza entre los jefes y jefas de familia y en las autoridades reconocidas.
Estas relaciones de cooperación indígena, edificadas en los espacios públicos de las comunidades, que emergen como grupos de apoyo, es una construcción colectiva motivado por una amenaza externa que los coloca en incertidumbre y precisan el interés de preservarse como especie humana, al enfrentar a un virus. Además, la adversidad enfrentada con las redes de cooperación, proveen de conocimiento y de los recursos materiales disponibles en la naturaleza; se consolida la identidad comunitaria, se aprovecha el conocimiento individual en colectivo y se reestablecen las relaciones sociales, se reestablece el orden social familia-autoridades comunitarias indígenas.
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